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¡Libérate, mujer!

Escribo con un vaso de jugo de naranja al lado. También tengo el mate y acabo de tomarme un Biotransit. Lamento el chivo, pero como mamá real me gusta ser solidaria con la información de todo aquello que a mí me ha hecho -y hace- bien. Además aclaro, estoy embarazada, y eso trae consigo la pérdida de filtro, además de algunos olvidos.

Hace un tiempo leyendo el libro “Viva la diferencia” de Pilar Sordo, entendí una diferencia vital entre hombres y mujeres. Nosotras nacimos con un chip de género que nos induce naturalmente a retener. A lo largo de la vida retenemos líquidos, retenemos grasas, recuerdos y hasta relaciones que sabemos no nos sirven para nada. Por ese mismo chip que determina gran parte de nuestra personalidad (y hasta de nuestra estética!!), muchas mujeres somos estreñidas; algo en nuestro ADN nos obliga a guardar. Ellos en cambio, son expertos soltadores de todo. Comen como bestias y engordan pero menos,  dejan la Coca y bajan 4 kilos en 5 minutos, comen sin sal y en menos de una semana pasan de globo a bolsa deshidratada. No existen hombres estreñidos, al menos no conozco ni uno.

Con el embarazo, aún si nunca antes tuviste problemas para ir al baño, el estreñimiento se pone a la orden del día -o de los días-. Por eso me pareció un tema digno de ser compartido, y escribo con la esperanza de que tendré varias aliadas.

Pero antes les voy a contar algo muy íntimo, para no quedar como una descolgada y darles un contexto de lo que significan estos temas en mi entorno más cercano. En mi familia de origen, la griega, los temas escatológicos estuvieron siempre a la orden del día. Pensé que era algo que sucedía en todas las familias, hasta que algunas frases de espanto de mi marido siendo novios y alguna de mi cuñada (que incluso luego de 5 años de casada llegó a preguntar en una mesa de domingo: “¿por qué acá todos hablan de la caca?”) me hicieron reaccionar. A nadie le importa tanto la caca. Pero en mi familia es un tema de conversación.

Seguramente mi falta de escrúpulos con el tema tenga que ver con que crecí escuchando frases como “no me voy de casa sin ir al baño” -comentario típico de cualquiera de mis viejos-, y viendo conductas reiteradas de mis hermanos varones que después de cada banquete, salían directo al baño no sin antes avisar que iban a “romper la taza”. No tengo ni que aclarar que en todos los baños de mi casa de origen hay revisteros (a la vista o escondidos en los cajones en donde deberían ir las cremas).

Por todo eso calculo que lo escatológico fue siempre un “temita” para mí. Tengo calados mis horarios, mis alimentos pro baño y los otros. Soy de las que cuando se va de viaje pone un ojo en las fibras que hay en el rinconcito de esa súper mesa de desayuno, esa misma en la cual el resto solo ve las medialunas. Tengo algo adquirido por deformación familiar y si bien nunca fue una preocupación como tal, todo el conocimiento al respecto de alimentos pro baño y anti baño, me vino muy bien para el embarazo. Porque si durante ese estado una se siente hinchada, pesada y con la piel de la panza a punto de explotar por ese chiquilín que lleva adentro, un día “sin baño” te termina de arruinar el humor. Joroba y en serio.

Y aunque cada una tenga su técnica secreta, sé que información calificada viene muy bien para entender y aprender a SOLTAR.

¿Las hormonas pueden tener que ver con el estreñimiento en el embarazo?

Ginecólogo Jorge Arena: El aumento de progesterona disminuye el peristaltismo intestinal y eso constipa. También en la lactancia.  Lo mejor es dieta, dieta y dieta. Si no es suficiente, hay laxantes en base a fibras aptos para consumir durante el embarazo.

Nutricionista Luciana Lasus: El estreñimiento ocurre además por temas  “mecánicos”, es decir: crece el útero y aprieta el intestino. Eso sumado por ejemplo a que normalmente la embarazada hace menos ejercicio, y que además muchas veces toma suplementos con hierro -¡indispensable cuando lo indican!-, no colabora en el tránsito intestinal.

Alimentos amigos:

  • Un vaso de agua antes del desayuno.
  • Yogures especiales para el tránsito lento, antes de cualquier otra ingesta -y luego del agua-
  • Semillas de lino. Arriba de las tostadas o como se prefiera.
  • Miel
  • Naranja y ciruelas
  • Frutas y verduras. Por lo menos 5 en total durante el día, a lo largo de las cuatro comidas.
  • Mate o café -con moderación-.
  • Botellita de agua como amiga las 24 hs. del día.

Por Carolina Anastasiadis

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