Saná, hacele un bien a todos
Cuando una mamá se pone a leer sobre emociones, más que para ayudar a sus hijos, lo hace para salvarse a sí misma. Y está bien. Existe un egoísmo positivo. Con la llegada de los hijos, tenemos la excusa perfecta para ponernos a indagar en ese mundo, para explicar berrinches o vaivenes emocionales, para adquirir herramientas para acompañarlos, y mientras nadamos en tanta información, nos entendemos nosotras un poquito más. Y al final nos gusta; hay alivio en comprenderse. Y pocos placeres más grandes que el que se descubre al auto-conocerse. Estudio hace años sobre emociones, sobre cómo se van “cableando” en nuestro cerebro a partir de las vivencias, sobre qué podemos hacer para gestionarlas de una manera que brinde bienestar para todos en la casa, en fin. Estudio. Me pongo a prueba. Erro y vuelvo. Las entiendo, veo su origen o disparadores, muchas veces los abrazo y otras muchísimas veces caigo en su trampa. Como mamá, soy humanísima. Conocer de emociones y conocerse uno mismo implica también –más cuando somos padres-, buscar sanar. Sobre …
