Por el Ginecólogo Jorge Arena
Parafraseando el título del famoso programa, y aclarando que esta es la visión desde la ginecología general en el primer nivel de atención, voy a intentar hablar de un frecuente motivo de consulta de padres y madres durante el embarazo: el sexo.
Nuestro punto de partida, el embarazo, es el resultado final de la actividad sexual en ausencia de métodos anticonceptivos, y creo que es importante respetar la sexualidad durante el embarazo como parte del afianzamiento del vínculo afectivo que llevó a la concepción. Desde ese concepto, el embarazo no es una contraindicación para disfrutar de la actividad sexual. Hablamos de una concepción integral de la sexualidad, donde no solo nos circunscribimos exclusivamente a las relaciones sexo coitales. No obstante, éstas tampoco deberán estar proscriptas durante el embarazo, siempre y cuando se respete el mutuo consentimiento para llevarlas a cabo, sin que exista presión ni violencia para ello de ninguna de las partes.
Durante el embarazo aparecen algunas variables vinculadas a los cambios físicos. En primer lugar, de la mamá, y por ello se evitarán posiciones que incomoden a la madre. También habrá un progresivo aumento del abdomen, y debe evitarse la presión sobre el mismo. Esas variables llevan a una búsqueda en la cual cada pareja descubrirá su propio viaje hacia una sexualidad placentera, y distinta, durante el embarazo. Pasará algo similar también durante el puerperio.
Como ginecólogo, debo advertir que existen ciertamente contraindicaciones médicas para la práctica del sexo coital, que son la presencia de:
- Sangrado genital
- Contracciones uterinas
- Infecciones genitales
- Enfermedades de transmisión sexual
- Sospecha de rotura de membranas, por la pérdida de líquido a través de los genitales.
El semen contiene en su composición “prostaglandinas” que pueden incrementar las contracciones uterinas. Lo que cuando ocurre (en algunos casos) si el embarazo es pequeño puede llevar a contraindicar las relaciones sexuales. En cambio, en otros casos con embarazos ya a término se promueven las relaciones sexuales porque pueden ayudar al desencadenamiento del parto natural.
Luego del parto, en el puerperio, también existen algunas consideraciones a tener en cuenta sobre la práctica de relaciones sexuales:
- Respetar la “cuarentena”, por su rol fundamental en la prevención de infecciones genitales, así como en los casos que existe episiorrafia o suturas de desgarros genitales. Es importante permitir un lapso razonable de cicatrización.
- Considerar la recuperación de la fertilidad postparto. Se debe considerar la anticoncepción en este período.
- Considerar que pos parto hay una mayor sequedad vaginal por efecto del exceso de progesterona, una hormona propia de la lactancia. Esto es aumentado por los anticonceptivos de la lactancia. Por ello, la pareja deberá descubrir nuevos tiempos para el ejercicio libre y placentero de la sexualidad.
- También se deberá considerar la posible incidencia física y psicológica de cicatrices sobre el aparato genital, si existió episiotomía o desgarros.
- Por supuesto que debe tenerse en cuenta también la presencia del bebé como nuevo integrante de la familia; por lo que encontrar los tiempos para la sexualidad entre los llantos, pañales y lactancia, también es un viaje a descubrir para la pareja.
La sexualidad cambia durante el embarazo y luego de él. Hay que apostar a redescubrir en cada momento esos nuevos aspectos de la sexualidad, porque es parte del viaje para afianzar vínculos de confianza y seguir caminando juntos.