Mamáaaaa!
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La tercera almohada

Por Fiorella Bachechi, Mamá Real invitada

“No hay nada más permanente que lo transitorio”

Algún tiempo atrás

Últimamente, la palabra “colecho” está hasta en la sopa, la escuchamos, la comentamos, opinamos, criticamos.

Durante mi embarazo, consideraba esta idea como algo tentador, me parecía más beneficiosa que perjudicial, más después del ataque “Gutmaniano” (sólo para entendidos) que se apoderó de mí, con conceptos que se colaron en mi piel. Apego, contacto, nutrir, piel… algo de sentido tiene que tener.

La imagen de mi cachorrita durmiendo plácidamente junto a mí, con la paz que le brotaba de todo su mini ser, me parecía súper seductora. Más aún si de esta forma se beneficiaba su psiquis, su confianza, su seguridad futura…

Allá vamos… colecho ven a mí. Era una definición.

El principio

Los bebes, por más chicos que sean, se las ingenian para expresar lo que les gusta y lo que no, lo que prefieren y lo que les molesta.

A Clari no le gustaba mucho estar en posición horizontal, siempre prefirió estar semi sentada, o sentadita. El huevito o la sillita con vibración, tenían una posición perfecta. Es así que de a poco empezó a dejar el moisés, para dormir en su huevito, dentro del moisés (si, es un moisés grande).

Ni que hablar que mis sueños fantásticos de dormir juntas, se estaban desintegrando al notar que la niña, detestaba la horizontalidad que le ofrecía nuestra cama, por más almohadones que le pusiéramos.

Así empezamos, durmiendo cada uno en su lugar…

Cambia, todo cambia

Cerca del tercer mes, Clari empezó a tomar teta varias veces de noche, por lo tanto, volví a la idea de que duerma conmigo, ya que optimizaba un poquito mi sueño y el de ella. El huevito ya le quedaba incómodo, porque quedaba cada vez más arrolladita (y sí, los bebes crecen) y empezó a quedarse en la cama entre toma y toma, con los cuidados pertinentes.

De a poco noté que su sueño era más profundo, y hacía tirones más largos… y empecé a pensar que era cierto eso de que al dormir junto a la mamá, descansaba mejor.  La dejaba en el medio de la cama y ella iba “reptando” para quedar pegadita a mí, de perfil y con sus manitos juntas y debajo del cuello (como una ardillita).

Al despertarme y ver eso, sentía que el mundo giraba alrededor nuestro y que nunca, nada ni nadie iba a poder interrumpir su sueño. Yo tenía ese poder. Con esas pequeñas cositas, me doy cuenta de que soy  SU madre y que le hago bien. Y me hincho de amor.

Así pues, empezamos a dormir los tres juntos, felices de la vida, hasta que empezaron las patadas, los movimientos y en más de una ocasión nos encontramos (el padre y yo), en los bordes de la cama, mal dormidos y ella, espléndida, con sus bracitos y piernas estiradas, como una estrellita de mar… en el medio de la cama.

Mmm, quizás debamos probar el moisés nuevamente.

El regreso

Incursionábamos en el cuarto mes. Una noche, así como así, luego de tomar teta y quedar absolutamente dormida, pensamos en dejarla en el moisés y probar.

“No se va más” “Uhh, te tiene dominada” “Va a dormir con ustedes hasta los cinco años” “Sonaste” Todos esos y más, fueron los comentarios recibidos en nuestra época de colecho.  Nosotros sabíamos, muy dentro nuestro, que era una etapa, que la necesitaba tanto ella como yo y que terminaría sin dramatismos. Así fue.

Clara pasó a dormir de una noche para otra, solita en su moisés cerca de la cama. Toma teta una vez de madrugada y luego duerme hasta poco antes del mediodía. Cuando duerme tiene una paz que pocas veces vi. Y cuando no duerme, también. Cuando despierta no llora, me acerco a verla y es pura sonrisa, entre lagañitas y chiches. Esa etapa de despertarse varias veces de noche, pasó, al menos por ahora (nunca digas nunca). No digo que fue por el colecho que tanto disfrutamos, pero creo que en parte ayudó a encarrilar su sueño o al menos yo lo siento así.

La conclusión -otra vez-

Y sí. Todos los caminos conducen a Roma. Siempre vuelvo al mismo punto y es que más allá de lo que uno lee o escucha, no hay mejor camino que escuchar nuestra propia voz, nuestro instinto, nuestra intuición y dejarse llevar por el nuevo vínculo hermoso que creamos con nuestra cría. Si sentimos acercarnos, ¿por qué rechazar eso solo porque nos dicen que se va a mal acostumbrar? Voto por volver a lo básico, voto por los mimos, voto por el apego y por hacer lo que pueda hacer de sus días, días felices y contenidos.

2 Comments

  1. Que excelente experiencia la que compartes, nosotros llegamos a la conclusion de que, es una etapa, que se debe disfrutar, son un par de años de dormir mal pero que valen la pena, seamos razonables, a los 3, 4 años ya quieren dormir solos, y esta etapa solo sera una recuerdo, a mi me encanta despertarme y sentir sus manitos en mi cara que me hace caricias, es INVALUABLE!!!! Si, tambien me han dicho: no se va mas, lo tenes hasta los 5 años, etc, y sinceramente me importa poco y mucho. Somos nosotros quienes dormimos en «nuestra cama», mama, papa y nuestro hijo, nadie mas esta invitado. Saludos

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  2. lilia ethel arismendi says

    Esa etapa es tan corta,,,,y el tiempo corre….los intereses cambian, aprovechemos esos momentos sin culpa….

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