El embarazo es una etapa única en la vida de las mamás. Su emocionalidad se ve alterada al 1000%, un poco por los cambios hormonales, otro poco por los cambios cerebrales –de los cuales ya contamos en otro post- y también por la incertidumbre y el inminente cambio de vida que llega con cada hijo. Todos esos factores juegan a nivel psicológico en las mamás y los papás.
El equipo de profesionales de Gestando acompaña este tránsito para alivianar el camino. Hace unas semanas conversamos con ellas sobre su trabajo y en esa charla surgió el tema de las “sorpresas” con que algunas mamás se encuentran en el embarazo. Esas “sorpresas” son bastante silenciadas a nivel social, dolorosas para quienes las viven, y difíciles para quienes acompañamos. Sobre todo eso va esta nota.
¿Qué son esas “sorpresas” que pueden suceder en el embarazo?
Son imprevistos que no son nada simpáticos. Todas creemos que las dos rayitas terminan en un nacimiento, y de un nacimiento, un bebito de revista. Pero nos toca encontrarnos con el nuestro luego. En ese transcurso además suceden cosas como pérdidas de embarazos o malformaciones o patologías en los bebés o en las mamás, pérdidas de familiares en el medio del embarazo o cuestiones dolorosas que suceden y afectan a la mamá. Hay un montón de sorpresas que pueden aparecer que están invisibilizadas a nivel social y generan más soledad, más dolor porque nadie sabe cómo acompañarlas. Eso es lo que intentamos trabajar desde varios lugares porque es bueno saberlo por si nos pasa y también para poder acompañar a esas mamás que son muchas más de las que uno imagina.
Hay muchas metidas de pata tanto en el personal médico como de los seres queridos. Siempre son metidas de pata sin intención, pero dicen cosas que terminan siendo dolorosas para el resto de la vida. Me refiero a esas palabras como “sos joven, ya vas a tener otro” y cosas así.
También hay un duelo silenciado en torno a las pérdidas, un silencio social. Ahí la soledad y el aislamiento se van al extremo. El equipo de salud no siempre sabe acompañar.
¿Cómo se acompaña la pérdida de un embarazo? ¿Es mejor hablar, o estar y callar?
Las mamás que atraviesan estos dolores tan grandes piden a gritos que se hable para que no siga sucediendo esto, de que tu mejor amiga no sepa ni qué decirte y al final terminás sintiéndote sola.
Siempre digo que si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas.
Más allá de qué decir, lo más importante es entrenarse en saber escuchar. Y desde allí, acompañar. Porque en función de lo que pidan, podremos entender qué es lo que necesitan. No hay recetas para acompañar el duelo perinatal, como no las hay para la mayoría de las cosas de la vida. Pero sí existen guías, y especialidades en salud mental que han profundizado en el arte de acompañar y sus buenas prácticas en el ámbito asistencial. Siguiendo esta línea, es importante que las familias tengan acceso a ser acompañadas por profesionales calificados.
Contactar con el sufrimiento de la familia que está atravesando uno de los dolores más profundos, nos permitirá afinar nuestros sentidos a la hora de decir y/o no decir.
¿Qué conviene NO decir ante una pérdida o “sorpresa” no esperada?
Dentro de las cosas que hemos escuchado y sugerimos NO decir, este es un fuerte ejemplo: “ya tendrás un bebé sano”. Lamentablemente esto es dicho por profesionales y familiares, afectando el proceso del duelo, donde muchas veces se inhabilita el curso natural del mismo.
Otras de las frases nocivas que escuchan estas familias son: “tenés que ser fuerte, son jóvenes, era mejor que esto sucediera ahora y no más adelante, pensá que no sufre más, esto pasó porque tenía que pasar”.
En vez de eso, las familias necesitan escuchar: “estamos aquí para ti”, si es que realmente vamos a estar, “lo que sientas está bien”, para que sean libres de expresar sus emociones como surjan; “¿qué puedo hacer yo por tí en este momento?”. Nombrar a su bebé por su nombre, llamarlo “hijo” -ni óbito, ni feto, ni aborto-, y ofrecerles la posibilidad de construir recuerdos, que serán aquellos que conduzcan a un duelo más sano.
Tener tiempo y espacio para poder despedirle. Recordemos que este es uno de los duelos más silenciados a nivel social, y la vivencia de estas familias en general es de mucha soledad y desconcierto.
Es por todo esto que necesitamos profesionales formados y conectados con su propia emocionalidad, de modo que puedan brindar a estas familias el trato humanizado que se merecen, y les permitan despedir a sus hijos como lo deseen así como habilitar este proceso de duelo tan complejo y desautorizado en general.
¿Cómo se maneja el tema con los hermanitos, si es que hay?
Cuando un niño o adolescente pierde a su hermanito/a bebé, es importante que se lo integre al proceso de duelo. Lo que muchas veces sucede, es que quedan por fuera del ámbito hospitalario, pero también se los aleja de lo que transitan los familiares adultos. Esto hace que atraviesen esta pérdida en soledad, no pudiendo compartir sus miedos con otro que pueda escucharlos, sostenerlos, acompañarlos y protegerlos.
Es importante recordar, que el simple hecho de tener un nuevo integrante en la familia, suele ser de por sí un evento estresante. Si a eso le agregamos su muerte, casi siempre de manera súbita e inesperada, más el alejamiento físico de su mamá y/o papá, que suelen estar varios días (y a veces meses) en el hospital, imaginemos lo difícil que puede ser para un niño en pleno desarrollo neuromadurativo.
A su vez, sus figuras de referencia que también están en pleno duelo, pueden estar menos disponibles afectivamente, aumentando los sentimientos de angustia y soledad. Incluso muchas veces, pueden llegar a creer que son culpables de lo que está sucediendo. En este contexto, resulta fundamental que el entorno pueda poner en palabras los hechos y emociones pero también que pueda escuchar lo que el niño/a está viviendo.
¿Cómo se le cuenta a un hermano que su hermanito no llegó o que llegó pero es distinto a lo esperado?
La noticia debe ser dada por un adulto de referencia que dé seguridad, idealmente los padres.
Es importante utilizar un lenguaje claro, preciso y real para darles explicaciones sobre la muerte, con respuestas concretas a sus preguntas y desculpabilizando al niño y su entorno de lo que pasó.
A modo general, la información que reciben los niños y adolescentes sobre lo que sucede con sus hermanos, debe ser siempre desde la verdad. Pero esta verdad debe ser filtrada y adaptada a las posibilidades de conceptualización de cada niño y situación. Los detalles cruentos o innecesarios deben ser evitados ya que desbordan las capacidades de comprensión.
El contexto de transmisión de la información debe ser de calma y protección para poder contener las reacciones y comenzar a brindar herramientas para la elaboración. Calma no significa ausencia de tristeza. Que el niño vea que los adultos expresan sus afectos y emociones de manera libre pero limitada es una enseñanza de regulación afectiva y comportamental.
Asimismo, es importante integrarlos en los rituales de despedida, ya sea con su participación en un velorio en niños mayores que así lo deseen (siempre conociendo con antelación a lo que se van a enfrentar y contando con un adulto de referencia que pueda acompañarlo en todo momento) o aportando elementos para la elaboración de una cajita de los recuerdos.
En definitiva, en todas las etapas de la vida, el duelo modifica la visión del mundo y de sí mismo, requiriendo un ajuste y adaptación a esta nueva realidad. Para ello, la respuesta de los adultos de referencia será fundamental así como un entorno que intente transmitirles calma y contención en toda circunstancia.
Por Carolina Anastasiadis