Inteligencia vincular: el mayor predictor para una buena vida
No es fácil ser mamá o papá, de hecho nadie nos enseña, pero hay pistas claras que nos pueden susurrar por dónde ir y así disfrutar más de esta maravillosa y difícil tarea. Una de estas pistas es la de pensarnos en nuestras propias infancias; un buen ejercicio consiste en preguntarnos: ¿qué hubiésemos necesitado de chicos en determinada situación? ¿Qué nos hubiese ayudado a vivenciarla mejor? ¿Cómo hubiésemos querido que actúen nuestros padres cuando nos desregulábamos o cuando nos sentíamos tristes? Estas preguntas pueden despertar respuestas que nos orienten por dónde ir cuando nuestros hijos vivencien situaciones o emociones similares, y despejar dudas acerca de cómo dirigirnos hacia ellos. Pensemos que el fin último de la crianza y la educación es que el niño se desarrolle en plenitud y que aprenda habilidades para conducirse en la vida con seguridad e integridad. Entonces, ¿deberíamos usar toda nuestra energía en controlar su conducta para que no se equivoque? ¿O deberíamos acordar bordes claros de antemano, brindando libertad de acción dentro de parámetros previamente conversados? La primera pregunta …