La semana pasada publicamos la primera parte de la charla que mantuvimos con Elsa Tambucho, una de las grandes referentes de las parteras y enfermeras uruguayas.
Hoy los invitamos a leer esta segunda parte en la que opina -entre otras cosas- sobre temas actuales que generan controversia entre las mujeres, como son la anestesia epidural y el parto en casa.
¿Qué opinión te merece la anestesia en el parto?
Muchas mujeres me dicen que yo doy la impresión de que no me gusta que se den la anestesia, y no es así. Sinceramente, yo no tengo ningún problema. Insisto con la respiración porque si no la hacen, las horas de preparto se pueden volver muy pesadas. La anestesia no va en contra de lo que yo hago, además ahora se da en pequeñas dosis, no como antes que las paralizaba totalmente y perdían la sensación de orinar. Que la mamá decida cómo vivir su parto me parece lo mejor. En cuanto a mí, yo convivo con la tecnología, no tengo nada para decir de la epidural.
¿Y cuál es tu opinión sobre parir en casa?
Respeto a quienes quieren parir en su casa, en la mayoría de los casos todo termina bien, por suerte. Pero creo que el nacimiento es algo muy delicado; pienso que lo podés hacer lo más humanizado posible pero teniendo el respaldo de una institución. En otros países he visto una emergencia en la puerta de la casa donde se está llevando a cabo el parto, pero no es de traslado sino que es un block quirúrgico.
Personalmente creo que si la mamá quiere puede quedarse más en casa cuando empiezan las contracciones con dolor y no salir al sanatorio enseguida, como yo las mando. Y si bien es cierto que en las instituciones también pueden pasar cosas inesperadas, creo que existen otros recaudos.
¿Tenes alguna madre o vivencia que te haya marcado luego de tantos años de profesión?
Tengo una mamá de cuatro hijos que no iba al parto si yo no iba. Esta mamá me decía que no podía si yo no estaba. Durante su trabajo de parto respiraba todo el rato y entre su marido y yo le hacíamos masajes. En un momento, ella decía sin levantar el tono que su bebé venía en camino y así era. Se daba vuelta, se acomodaba y los paría, sin gritos ni nada.
Por Federica Cash