Primero leyó “Moverse en libertad”, un texto obligatorio en la nueva formación que realizaba tras graduarse como musicoterapeuta. Le dio curiosidad. Acababa de ser madre y en la carrera que había estudiado le habían transmitido que el adulto debía ser una persona activa en el juego con el niño, a través de la “intervención sonora”. Con ese libro se acercó a Emmi Pikler, una pediatra formada en Viena, quien ejerció en Budapest en 1930. Esta señora, entendía que el niño era un ser activo y competente, con iniciativas propias y promovió en las familias la importancia del desarrollo motor autónomo y de la actividad auto inducida por el pequeño. Al leerla, primero se resistió, hasta que la entendió al ver crecer a su hijo. A partir de ahí, Melina Bronfman, quien también es doula, empezó a conversar con padres y a promover las ideas piklerianas. El tema es que sus indicaciones carecían de “autoridad”, al lado de las palabras de los pediatras. Viajó a Budapest, se formó en el Instituto Pikler y allí conoció una …