Embarazo y verano son palabras cargadas de emociones positivas. Pero estar embarazada EN verano puede, sin embargo, transformar parte de esas lindas sensaciones en situaciones inverosímiles. Es verdad que el embarazo nos llena con la ilusión de que conoceremos el amor verdadero en solo 9 meses,… y es verdad que cuando a mitad de setiembre nos pesa el trabajo y pensamos en verano, las imágenes de la casa de afuera o recordar una linda caminata por la playa, nos da un poco de aliento. Pero…
Estar embarazada EN verano implica que esa ecuación “VERANO + EMBARAZO” nos dé como resultado algo un poco distinto, porque algunas cosas cambian cuando una sale a veranear con panza.
Esa casa de verano con dos plantas, que antes disfrutábamos encantadas porque desde la planta de arriba podíamos ver el mar, se nos vuelve cuesta arriba con las escaleras y ya no resulta lo suficientemente fresca para nosotras que en vez de 36, tenemos 46 grados encima. La situación empeora si el baño está en la planta de abajo, porque nuestra necesidad de usarlo cada 5 minutos convierte ese veraneo en una sesión continua de step.
Es lindo el recuerdo de esa caminata, cuando podemos lucir la panza chata y los bracitos trabajados de la gimnasia y el esfuerzo del año,…pero el bikini (que no nos importa estirar, porque el año que viene nos premiaremos con otro, cuando amamantar dé sus resultados y quedemos más espléndidas que la Oreiro luego de sus dos años de lactancia) no luce igual. Sobre todo si el embarazo te agarra en el mes 4 o 5, cuando al resto de los concurrentes a la playa no les queda claro si esa pancita es por el pan dulce de las fiestas o es producto de que hay un niño allá adentro. Cuando la panza no termina de decidirse a mostrar el embarazo, y tenemos que ponernos un bikini, lo mejor es sacar panza y caminar “como embarazada” -con las manos en la cintura y con cara de pesadez-. Porque no da ponernos un cartel de “niño creciendo” y no da que esos vecinos de sombrilla se queden con la duda.
Pero, más allá de esos inconvenientes, estar embarazada en verano tiene sus beneficios. Podemos abusar de los helados sin tanta culpa y, además de poder dormir eternas siestas sin que nos digan que somos vagas, hay algo que nos sucede a nivel hormonal que poco lo comentan pero que es real: el embarazo te da el mejor bronceado que puedas tener en la vida. Ya no corre el rojo tomate y nos bronceamos con ese tostado caribeño que siempre envidiamos y quisimos tener, pero que solo era posible luego de volver de algún lugar del Caribe, solo que ahora nos ahorramos el pasaje. Por supuesto que con ese beneficio de la piel, llegan también algunos sustos como lunares ennegrecidos o alguna mancha distinta en la cara, que nunca está de más controlar.
Para ustedes mujeres-embarazadas-EN-verano, les dejo unas preguntas realizadas al Dr. Jorge Arena -ginecólogo- sobre cuestiones de piel que a mí me hubiera gustado saber cuando deambulé con mis 4 meses de embarazo en las playas rochenses en enero de 2013. (Les aviso a todas que la lactancia está dando sus frutos y que seguramente, en 2018, la que se muera de envidia sea la propia Oreiro. Así que, ¡ánimos!).
¿Cambia la pigmentación de la piel durante el embarazo?
La piel es un extenso órgano que es muy sensible a los distintos cambios hormonales y metabólicos en las distintas etapas de la vida de las personas. Los cambios hormonales propios del embarazo generan un gran impacto sobre la pigmentación y estructura de la piel.
Secundario a los incrementos hormonales, se asiste a un aumento de la pigmentación de algunos sectores de la piel. Se ve característicamente un aumento de la pigmentación de pezón y aréola, así como también del área de la vulva. También es característica la aparición de una línea vertical hiperpigmentada en la línea media del cuerpo entre el ombligo y el pubis. Y es muy frecuente la aparición de manchas en la cara, particularmente en pómulos y nariz.
Todos estos cambios desaparecen gradualmente luego que culminó el embarazo. No obstante el sol puede fijar estos cambios en el metabolismo pigmentario enlenteciendo o impidiendo su desaparición. Por eso es fundamental el uso de protectores solares, para evitar la acción fijadora de los rayos solares.
También son cambios importantes sobre la piel de la embarazada las temibles estrías dermoepidérmicas. Las mismas son secundarias al rápido y exagerado estiramiento de la piel durante el embarazo, que lleva a la rotura y desorganización espacial de la arquitectura de las fibras elásticas y colágenas que constituyen el esqueleto de soporte de los tejidos asociados a la epidermis de la piel. Por supuesto, que hay factores genéticos que hacen más propensas a algunas mujeres en la aparición de este trastorno. Pero está demostrado que pueden prevenirse o por lo menos disminuirse considerablemente con una profusa y correcta hidratación de la piel.
Se puede promover una piel sana durante el embarazo ingiriendo desde la dieta abundante líquido y comiendo frutas y verduras. A través de un reparador baño diario que elimine la acumulación de toxinas sobre la piel y con una hidratación abundante con cremas hidratantes.
¿Pueden cambiar la forma o color de los lunares? ¿Qué precauciones hay que tener con ellos durante el embarazo?
Los lunares de la piel, son una alteración muy frecuente que deben ser vigilados periódicamente por los dermatólogos. El embarazo no es la excepción, y durante el mismo pueden acontecer cambios en los mismos, debido a los incrementos de las hormonas reproductivas. Es decir, el embarazo es un período de la vida donde prestaremos particular atención a la aparición de lunares así como también a los cambios de las características de los mismos.
En aquellas mujeres con muchos lunares, o algunos muy característicos (sin importar su localización) es recomendable una consulta con un dermatólogo al inicio del embarazo y al finalizar el mismo. No hay que provocar un alarmismo al respecto, pues hay que saber que el 20% de las mamas sufren cambios en sus lunares, o aparición de nuevos lunares durante el embarazo. De todas formas, durante el embarazo deberemos preocuparnos si se intensifica la picazón de alguno en particular, si aumentan considerablemente (más del doble) su tamaño o si su coloración vira a los colores negro o azul.
¿La piel está más propensa a irritaciones durante el embarazo?
El embarazo es un período de la vida de las mujeres donde existe una disminución de las defensas del organismo, esto va de la mano con que en algunos casos sean más frecuentes las manifestaciones alérgicas o irritativas de la piel. Se previene a través de una dieta sana, rica en frutas y verduras, abundante en agua y favoreciendo la mejor hidratación de la piel.
Por Carolina Anastasiadis