Por una Mamá Real invitada: Ella Cibils  – uruguaya radicada en el exterior-

Sofi quería ir a pasear en ómnibus. Me lo venía pidiendo hace casi un año, me da hasta vergüenza escribirlo.

Cuando lo pienso… primero era porque nos estábamos mudando, después porque nos mudamos, después por el clima, después por mi panza, un día porque no me sentía bien, otros muchos porque tenía cosas que hacer, después porque estaba por nacer su hermanita, porque teníamos invitados, porque la beba era muy chica, etc., etc., etc.

¡Qué paciencia y qué tenacidad!
Me lo siguió pidiendo cada vez que se acordaba o veía uno: «mami, podemos ir a pasear en un wheels on the bus go round and round»?

Un día se lo prometí, «hoy te llevo» le dije, y cuando llegó la noche me miró y me dijo, «mamá no fuimos a pasear». Como atacada por mi propia vergüenza, me volví a atragantar en excusas.

Sofía las escuchó a todas con atención, y cuando terminé mi perorata de razones por las cuales no había cumplido mi promesa me miró y me dijo; «mañana te hago acordar»! «Ok», le contesté.

Autómata, puse en punto muerto mi mente para terminar con la tarea de acostarla sin que la avalancha de pensamientos me dejara paralizada. Por suerte se durmió rápido porque en mi mente, las ideas, razones, culpas, cuestionamientos, conocimientos y teorías, se peleaban por desarrollarse con la voz más fuerte.
«No es RESPONSABILIDAD de mi hija recordarme que mantenga mi promesa»
«¿Por qué pretendo que ella con 2 años haga cosas que yo no logro con 32?»
«¿Es esta la clase de mamá que quiero ser?»
Y puedo seguir con la cantidad de capítulos del libro que escribió mi mente ese día, pero es tan aburrido e improductivo como las mil excusas que le puse a Sofi durante un año.

Así que al otro día después de almorzar le dije con ansiedad, alegría y entrega: «¿vamos a pasear en ómnibus?»

Su cara, no me la olvido más; la experiencia fue alucinante; verla descubrir, comentar, decidir, bajar y subir, entender, preguntar, aprender, hablar con la gente, ver, observar, maravillarse, cuestionar, comprender, analizar, y sobre todo disfrutar de algo tan esperado pero a la vez tan sencillo, me reconfortó, me maravilló, me enorgulleció y me reconectó con mi hija.
No solo salí del circulo del «NO» (se hace, se toca, se dice….) sino que compartí con ella casi 3 horas ininterrumpidas de juego.

Del juego por el juego en sí. De un juego, esperado, ansiado, postergado lo suficiente como para que cuando llegara pudiera disfrutarse y compartirse. Un rato donde las dos pudimos ser, sin hacer, yo sin cortarlo para retomar alguna cosa y ella sin tener que pedir mi atención.

Fue lindísimo, sencillísimo y muuuuuy repetible.
Gracias Sofía por no perder la esperanza de que sucedería.
Gracias por encontrar la manera de hacerme reaccionar.
UNA VEZ MÁS, ME HACÉS CRECER!