A Fabián lo tenía de nombre, por su profesión de músico. Seguro lo entrevistamos en algún momento en Abrepalabra (Océano FM) en los últimos años. Pero para mí era “otro músico uruguayo más”, hasta que lo escuché este año en una entrevista donde contaba cómo había surgido el proyecto que estaba presentando: Villa Azul.

Fabián es músico profesional desde hace muchos años. Y es papá desde hace 6. Tiene a Antonio y Matilde -más chiquita, de 2-. Con Antonio le llegó la paternidad -con todo el aprendizaje que eso implica- pero además un aprendizaje mayor un poco después del parto de su compañera. Sobre los 2 años y medio le diagnosticaron Trastorno del Espectro Autista. La noticia fue un balde de agua fría, un hachazo a todos sus planes de paternidad. Ya no serían posibles las idas de gira juntos, ni esos momentos papá-hijo que se había imaginado de una sola manera. Así lo pensó. La vida -a través de su hijo- le enseñó que su paternidad era única, al igual que su hijo, sí, distinta a la de la gran mayoría. Pero que su singularidad era igualmente rica y estaba llena de otros momentos para soñar y compartir.

Entrevisté a Fabián para el espacio de Mamás Reales en Buen Día Uruguay y me pareció un tipo de una sensibilidad que hace doler. Hablar con él me trajo ese sentimiento que descubrí desde que soy mamá y que comentamos en algún post anterior… desde que uno se convierte en madre, lo que le pasa a cualquier niño nos afecta, porque enseguida pensamos que podría ser el nuestro. Lo cierto es que uno propone, pero la vida y alguna fuerza mayor deciden. Y los hijos vienen a enseñarnos cosas… para algunos, a destapar nuestras propias sombras y esos miedos que no siempre estamos preparados a enfrentar.

Aquí comparto parte de la nota con ustedes #MamásReales, únicas y con hijos únicos.

Por Carolina Anastasiadis