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En busca de la esencia

Cuando me hablaron de ella no lo dudé, quería conocerla. Siempre me han atraído las personas que viven mucho en poco tiempo. Acá se trataba de una uruguaya de 32 años que había vivido en la India más de una vez, que era Doula y Comunicadora de profesión, que había viajado a Medio Oriente a cubrir el conflicto Palestino-Israelí. Entre otras cosas, esta joven había buscado «por la diversidad de la Tierra algo que estaba mucho más cerca de lo que pensaba», y que la llevó a encontrar su esencia para volcarla en mujeres embarazadas como Instructora de yoga «para una gestación consciente».

Su vicio es poner en comunión, su costumbre es unir, su esencia tiene que ver con reunir todo lo que haya alrededor para echar luz en las oscuridades que todos habitamos. Buscando, pero sobre todo estando alerta a las señales de la vida, ha llegado hasta las raíces más profundas de su existencia, para demostrar que se puede vivir en libertad sin estar atados a expectativas ajenas o a conflictos pasados. Hoy realiza acompañamientos a mujeres y parejas para que a través de sus raíces descubran su esencia, y que así puedan gestar hijos de la manera más plena posible. Utiliza herramientas de la psicogenialogía para comprender el pasado inconsciente, que es la puerta de entrada hacia una vida consciente.

Lo que sigue es la primera parte de la entrevista que le hicimos para Mamás Reales, porque nos interesa mostrar distintas realidades y visiones, y porque estamos convencidas que siempre en algún pedacito, nos reflejamos en las mujeres que entrevistamos. Aquí les presentamos a «Malu», y en próximo post les contaremos cómo acompaña.

¿Cómo te introducirías?

Mi nombre es María Luciana, me dicen «Malu». El nombre María lo tenía súper relegado, me parecía horrible y lo curioso fue que mi papá sintió que me tenía que poner María y me inscribió así, sin decirle antes a mi mamá. Los nombres son muy importantes en la vida de las personas, y en estos últimos años en los que comencé a introducirme en el tema de los nacimientos, inevitablemente empecé a vincular mi nombre con María, una figura que en nuestra cultura representa la energía de la madre divina. En ese camino, me pregunté qué negaba de mí que no podía ni ser nombrada con ese nombre. Entonces comencé  un trabajo introspectivo, el de descubrir la verdad.

Soy de Rocha, de La Paloma, y fui criada en una familia que siempre buscó su esencia. Tengo una hermana mayor; mis papás no podían tener hijos y decidieron adoptarla; a los 4 años ella me pide y me pide, y yo llego, por eso siempre le voy a estar agradecida.

¿Cómo lograste ser quien sos?

Para poder realizar mi trabajo actual primero hice un recorrido de mi propia vida, entendí cómo influyó el parto de mi madre en mi caminar y la presencia de mi papá en mi existencia. A partir de mis propias experiencias fui viendo qué quería hacer; hoy lo sé.

Durante toda mi vida he vivido un recorrido que me fue trayendo a lo que soy hoy; a medida que me fui conectando más, me fui cuestionando ¿qué quiero ser yo como mujer? ¿cuál es mi esencia? Entonces pasé por un montón de vivencias, me formé en Comunicación, trabajé en el mundo del periodismo, me formé como instructora de yoga y como doula, y finalmente pude unir todo para llegar a lo que soy.

He viajado mucho, eso me permitió adquirir una conciencia planetaria, creo que las nuevas generaciones son más conscientes de ello. Esta nueva realidad nos pone frente a una nueva subjetividad de interconexión, de darnos cuenta que lo que está alejado de nuestro lugar es muy parecido a lo que sucede a la vuelta de la esquina.

¿Cuál fue tu primera experiencia afuera del país?

A los 16 años me gané una beca a India, fui por dos años a una escuela intercultural, se llamaba Colegio del Mundo Unido, y ahí estudié junto a jóvenes de 120 nacionalidades, en un proyecto en el qué se preguntaba ¿cómo se quiere la paz si las culturas no se conocen? Estos Colegios procuran unir a chicos de todas partes del mundo para que nos conozcamos, porque el desconocimiento genera miedo, y en el fondo todos queremos lo mismo, sentimos lo mismo; puede cambiar la forma pero estamos buscando lo mismo. Existe un deseo común de querer ser feliz, amado, reconocido, etc. Y esa es una perspectiva muy paternal, y es universal, siempre vamos a estar buscando esa mirada de alguien que nos materne o nos paterne, es como algo ancestral.

¿Cómo surge esa necesidad de ser protegido?

Todo se resume a la herida original de desconexión. En algún momento todos buscamos volver a casa, de hecho estamos viviendo en una era donde nos damos cuenta que lo material no nos llena, así como tampoco el exceso de intelectualismo, entonces queremos volver a esa fuente que nos nutre, que nos hace sentir como en casa. Cuando existen los dos arquetipos -madre y padre- éstos representan algo para nosotros siempre, en todas las culturas y religiones sucede lo mismo. La madre es la que sustenta, la que da la teta, y el padre es el que provee las condiciones para que las cosas se puedan dar. La madre mujer es la que me va a conectar con la tierra, con el adentro, con lo oscuro y lo inconsciente; esos nueve meses que pasamos adentro del útero -ese lugar oscurito, tibio y agradable- es donde se va a establecer nuestra noción de unidad. Por eso es importante la gestación consciente, porque hay que considerar que cuando gestamos estamos creando a un ser que no tiene idea de lo que es estar separado, está en unidad con todo el cuerpo de su mamá, y siente que todo lo que lo rodea es de él. Esta mirada es vital para empezar a conectarnos nuevamente, para poder volver al centro, que son ellos, los bebes que estamos gestando. En ese sentido la India tiene una cultura muy de unidad, es muy maternal y femenina. Ellos creen que están todos unidos con Dios.

¿Qué aprendiste en ese primer viaje?

Creo que el haber vivido allí fue una buena experiencia para cuestionar mis creencias. Yo era muy de pelear por la igualdad y los derechos, allí en cambio existen castas, se vive una pobreza diferente, lo que me ayudó a entender que no hay un dogma, una única manera de hacer las cosas.

De ese primer viaje aprendí que el mundo es uno solo, que no hay países, que no hay fronteras, somos una gran unidad manifestada en una riqueza, porque la diversidad es riqueza, y que yo era una expresión más de todo eso; además comprendí que muchos de los conflictos que vivimos son heredados, no son nuestros.

¿Cómo sigue tu historia?

A los 21 años volví a la India para trabajar por cuatro meses en una Fundación con niños con parálisis cerebral y contacté con una pobreza que no estaba tan idealizada; cada India me enseñaba algo, y yo mientras seguía buscando. Fue una experiencia en la que aprendí que no hay imposibles cuando se pone en comunión. A partir de esa vivencia, en la que trabajé con los dalits (las personas que no tienen castas en la India, «los intocables», que aunque políticamente ya no existen, culturalmente siguen estando), comprendí que la revolución debía ser silenciosa. Al principio sentía ganas de revelar, de criticar, pero luego me di cuenta que no existen verdades absolutas, la única verdad está en el vivir día a día, en algo más pequeño y concreto, en el caminar despacio y de la mano de otros. Vicente, un jesuita catalán a cargo de la Fundación, tuvo mucho que ver en mi transformación. Me ayudó a sentirme una mujer de fe al demostrarme que la fe es amor. Hoy creo en ese amor divino, en una consciencia universal que no puede ser más que amorosa por lo que puede crear.

Volví a Uruguay en el año 2004, después de viajar por Latinoamérica y descubrir felizmente que en nuestro continente tenemos otra India, Bolivia, -mi India latinoamericana-, por esa conexión que tiene con lo ancestral y que devuelve la calma; en nuestra cultura no la tenemos.

¿Cómo fue el regreso?

Me gustó haber vuelto, ahí empecé a vivir mi tierra y a valorar todo lo caminado, estudié Comunicación y cuando estaba en la mitad de la carrera empecé a trabajar en el diario La Diaria, donde me gané una beca para estudiar el conflicto de Israel y Palestina en el año 2009. Viajé durante un mes y si bien fue enriquecedor también fue muy doloroso.  Justo cuando volví a Uruguay estalló la guerra en Gaza y tuve que cubrirla. Me vine muy conmocionada de ese viaje, sobre todo con el valor de la fe, lo que puede generar la creencia. Recuerdo que me vine dada vuelta como una media, y comprendí que somos hijos del conflicto de otros. Gracias a esta vivencia pude abrazar todo, entendí que hay que hacer otra historia, ser libres de verdad, y me encontré a mí misma intentando hacer lo que siempre quise hacer, reconciliar. Y solté el periodismo, no era desde ahí que quería mediar.

Finalmente ¿cómo encontraste tu esencia?

En ese tiempo recibí el consejo justo por parte de mi psicóloga, me dijo, «no busques más, dejá que el conocimiento decante solo», porque de tanto caminar y de tan pequeña me había acostumbrado a no parar.

Tranquila, decidí estudiar Instructorado de yoga y ahí me cambió la vida. Al año ya había puesto mi espacio. Hoy estoy muy feliz, cumplo 33 años y soy la mujer que quiero ser. Descubrir mi esencia me llevó a la felicidad. Y me animé a lanzarme al yoga, a mi ideal de vida; así empezaron a llegar las embarazadas, hice mi primer acompañamiento durante la gestación, asistí mi primer parto y celebré la vida.

-Primera parte de la nota- Por Federica Cash 

7 Comments

  1. Me parece fascinante las vivencias de Malu.
    Su riqueza espiritual. Su búsqueda y encuentro de si misma. Su aporte convincente en algo tan trascendental como ayudar a parir.
    Una Mujer muy particular. Genuina. Plena

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  2. Elias says

    Bien Luciana !

    Que caminito te has recorrido, muy contento por ti, parece que estás haciendo lo que te gusta.

    No sabía o no recordaba que habías vuelto unos meses a la India, me alegra que lo hayas hecho.

    Sigue adelante y felicitaciones de tu coterráneo de ambos países! Y mira qué casualidad además, estoy en el aeropuerto camino a Bolivia ( tu India latinoamericana) voy por trabajo, pero en fin.

    Elias

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  3. Claudia Romero says

    Hola mamás reales mi nombre es Claudia Romero mamá de tres hermosos varones German (10), Mateo (7) y Hernan (15 meses), leyendo la entrevista que le realizaron a Malu me surgió la inquietud de poder contactarme con ella para plantearle la situación en que nos encontramos por la salud de mi hijo german que tiene epilepsia y el tuvo un nacimiento prematuro. Si no es mucha molestia les pido me contesten para buscarle una solución por otro lado ya que esta con tratamiento médico pero me gustaria alguna alternativa complementaria. Desde ya muchas gracias!!.

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  4. mariela says

    Que bueno encontrarte aca, compartiendo tu camino hacia tu escencia, Luciana y descubrir que has florecido y te has convertido en una mujer plena y feliz, capaz de llevar a otras a esa felicidad. Un abrazo y espero las próximas entregas de esta entrevistaMariela

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