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Cecilia Curbelo: “La vida pasó a ser un reality, una carrera que no se disfruta. Y los adolescentes son la franja etaria más vulnerable en ese sentido”

Escribe relatos desde los 6 años pero fue mucho después que logró dedicarse a la escritura, luego de pasar por otras varias profesiones (fue telefonista, vendedora y hasta portera en un jardín de infantes). Todo le sirvió para aprender a ponerse en distintos zapatos, algo que logra con creces cuando decide escribir y captar la atención de los adolescentes a través de la revista Upss! (del diario El País) y de sus libros. Es la autora de La decisión de Camila, de la serie Decisiones, y tiene otro montón de libros en su haber, varios de los cuales se encuentran en 10 países, entre ellos México, Colombia, Argentina y España. En 2012 ganó el premio Revelación Bartolomé Hidalgo, desde ese mismo año  y hasta hoy viene siendo premiada cada año como Libro de Oro en su rubro y tiene otros galardones que seguramente no valore más que la cantidad de mails y cartas que recibe a diario de sus comprometidas seguidoras.

Es mamá de Rocío (¡ya liceal!) y es de las privilegiadas que puede trabajar desde su casa «aunque a veces termine trabajando los domingos». En mayo dará a luz su última novela –aún sin nombre-, en donde cuenta una historia que tiene que ver con la pérdida de un ser querido y con la relación entre dos hermanos muy diferentes.

En el mes de la mujer, quisimos regalarles a las lectoras de Mamás Reales, una serie de entrevistas a mujeres destacadas, y hoy la elegimos a ella: Cecilia Curbelo.

¿Qué lugar ocupó la lectura y escritura en tu casa cuando eras chica?

Ambas actividades fueron cruciales en mi infancia. Mis padres eran y son ávidos lectores. Difícilmente vayas a su casa y no tengan varios libros en sus mesitas de luz. Me crié con esa imagen. En cuanto a escribir, también ocupó un sitio privilegiado de mi espacio y de mi tiempo. Mi padre, además, escribía mucha poesía en su adolescencia, y en la actualidad, aunque escribe libros de no ficción relacionados a temas legales, es al que siempre le piden, en reuniones o cumpleaños, que improvise algún verso gracioso.

¿Recordás qué te gustaba leer? 

¡Sí! Era fanática de Agatha Christie. Pero además leía los libros que estaban leyendo mis padres, Morris West, Isabel Allende, y de ahí pasaba a Espínola con Saltoncito. ¡Variado!

¿Y la primera vez que te sentaste a escribir? 

La primera vez que me senté a escribir, en un escritorio de madera pintada de blanco heredado de no sé quién, fue a los seis años. Volví de la escuela con esa magia de haber comprendido las letras, las palabras, el lenguaje. Y escribí un cuento cortito. Se morían todos, los padres, los hermanos y hasta las mascotas. ¡Creo que Agatha Christie había dejado su huella!

Empezaste a editar la revista Upss! de El País y luego surgió lo de los libros. ¿Cómo es que sintonizás con los gustos e intereses de generaciones más jóvenes que tú?

Es difícil saber cómo. Creo que hay personas que ya nacen con un feeling especial hacia determinado grupo de gente o de edades. Por ejemplo, yo sería incapaz de entretener una clase de niños de 5 años, ¡y admiro a los docentes que además son capaces de enseñarles! A mí me pasa con los adolescentes, desde siempre. Me gusta esa etapa aunque la sufrí muchísimo. Me marcó. Y puedo viajar en el tiempo enseguida y posicionarme desde ese lugar para comprender lo que sienten, lo que les pasa. La angustia extrema por la traición de un amigo pero también la magia de ese primer beso o noviazgo.

Conocés mucho a los niños y jóvenes de hoy. ¿Qué temas sabés que les interesan especialmente? ¿Sigue siendo tan importante “el amor”?

¡Sí, totalmente! El amor de pareja los moviliza, sobre todo a las chicas. Sin embargo, mis historias no se basan en un romance, se basan en temas que van más allá del amor adolescente, y que les preocupan: la separación de los padres, la lucha insana por alcanzar un ideal de belleza, el nacimiento de un hermano, los amigos que dejan de serlo, la adopción, el acoso escolar, el uso de las redes para bien y para mal. El estar expuesto y sentir esa necesidad de mostrarse felices todo el tiempo. Es agotador. Todo debe quedar registrado con una sonrisa y subirse a las redes para conseguir likes. La vida pasó a ser un reality, una carrera que no se disfruta. Y los adolescentes son la franja etaria más vulnerable en ese sentido.

Recibís a diario mails y cartas de lectoras. ¿Podés contarnos de alguna que te haya sensibilizado especialmente?

Cada día recibo mensajes privados desde varios países donde están publicados mis libros. Y cada carta es especial. Es difícil elegir una, porque varias me han hecho llorar. Por ejemplo, una madre que me agradecía porque a través de mis libros había encontrado la manera de comunicarse con su hija, con la que llevaba tiempo sin hablarse. Un papá que me contaba que su hijo disléxico no leía nada hasta que se topó con “La decisión de Camila” en la clase y de ahí no paró de leer y, por lo tanto, de mejorar muchísimo. Una chica que sufría anorexia y bulimia y que decidió pedir ayuda cuando terminó con “La confesión de Micaela”. Esa chica y su mamá me llevan galletitas caseras a cada presentación que hago de mis libros, ¡es muy emotivo cuando las veo llegar con el tupper!

¿Cuál es el mayor desafío de escribir para niños y jóvenes, siendo adulta? 

Yo creo que el mayor desafío es estar al día con los iconos que pasan a ser referentes de los chicos en la adolescencia, tanto en el lenguaje como en artistas, porque varían cada día. Otro desafío es escribir una historia consistente, pero sin juzgar lo correcto versus lo incorrecto.  Mis libros encierran situaciones complicadas, decisiones erradas y yo no digo que está bien o que está mal, simplemente planteo el escenario, le doy un cierre pero en definitiva intento que sea el lector quien evalúe.

¿Cómo conciliás trabajo y maternidad siendo una madre que trabaja desde su casa?

Me siento una privilegiada de poder trabajar desde mi casa. Antes trabajaba afuera y pedir para salir era una batalla. De repente tenías que llevar a la nena al dentista y terminabas pidiéndole favores a todo el mundo. Trabajar desde mi casa me ha permitido justamente ese tipo de libertad que antes no tenía, y la maternidad es mucho más disfrutable. Corto de trabajar para irla a buscar al liceo y le preparo la leche. Después sigo trabajando. Si me pongo a contar, en horas trabajo muchísimo más que si lo hiciera fuera de casa. Teniendo la oficina en casa, si no te cuidás, terminás trabajando hasta los domingos. Eso sí: a mi hija la eduqué con horarios. Ella sabe que mamá está ahí pero está trabajando. No me puede interrumpir al menos que sea muy pero muy necesario.

En pocas palabras…

Un libro transformador: Por favor, cuida de mamá (Kyung-sook Shin, autora coreana)

El que le recomendarías a una mamá para leer al hijo/a antes de dormir: Querido Diario (Natacha), de Luis Pescetti.

Un libro para regalar a un niño:

  • Olegario, de Susana Olaondo. Me encanta porque relata sobre la ayuda de los amigos en los momentos más difíciles y el protagonista es un bichito de luz. Las ilustraciones son increíbles. ¡A mi hija le fascinaba la colección de Susana Olaondo cuando era chiquita!
  • Querida Susi, querido Paul (Christine Nostlinger). En esta historia, los protagonistas, dos niños, se quejan de que “los adultos siempre hacen lo que quieren”. ¡Es muy bueno para identificarse con el niño que llevamos dentro y con el adulto en quien nos transformamos!
  • Una aventura patológica (Diego Mejía Eguiluz). Narra con palabras y dibujos divertidísimos toda una historia que no es más ni menos que conocer cómo los anticuerpos y las bacterias combaten a diario en nuestro interior. ¡Te reís mucho y aprenden todos!
  • Pido gancho (Estela Smania). Es una historia hermosa que pone en evidencia cuán perdido puede estar un chico cuando los padres se separan, las hormonas te hacen reír y al segundo llorar, los amigos se van y, en definitiva, el secreto está en encontrarse uno mismo.

Por Carolina Anastasiadis

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