Mamá Real invitada: Florencia Scasso
Lo que voy a escribir es un pedido de disculpas público y una bienvenida a mi verdadero yo.
Las últimas semanas no fui yo, porque dejé lugar a ese otro “yo” que se mete en el mundo real cuando creo el mundo paralelo para mí y mis niños. ¡No! No encontré el freno para el mundo real aún. El muy maldito no se detiene cuando mis hijos están enfermos; sigue funcionando y por eso necesito un doble que actúe por mí, mientras yo vivo en este otro inventado junto a ellos.
Y la verdad es que me enojo conmigo misma por desaprovechar un súper poder como el que tengo. Si puedo crear un mundo imaginario, ¿será necesario crear uno infectado de virus, bacterias, toses y vómitos? Tanto virus además, transforma a mi yo del mundo real en un ser intolerante y limitado,… limitado a hablar solo de los niños, toses, mocos, vómitos y fiebre. Cualquier tema que no esté incluido en los precitados, pasa a ser un asunto completamente banal. ¿Uruguay quedó afuera de la Copa América? ¿Peñarol campeón por quincuagésima vez? ¿Subió el irpf? ¿Es de lo único que puede hablar la gente? ¡¡Mis hijos están enfeeeermooos!!
De los temas de actualidad, mi «yo real», sólo está capacitado para hablar de si llegaron o no las nuevas dosis de vacuna para la gripe, de si es conveniente dársela o no, pero de nada más. No quiere saber mucho más, porque es un doble programado para estar en el mundo mientras yo no estoy. Además, él también comparte conmigo la sensación constante de que mis hijos están…enfermooooooos!!!!
El principal portador de temas banales y punto de todas mis descargas, por supuesto, es mi querido esposo. Otro como yo, dotado de superpoderes, que se transforma en mi principal enemigo, a quien torturo normalmente durante esta etapa y a quien envidio por su capacidad de crear otro submundo, pero uno mejor. He aquí su superpoder. Para él los virus están en el mundo real, en el mismo donde están los problemas del trabajo, y él logra abstraerse para ir a uno mejor, que no sé dónde queda ni qué contenido tiene, capaz está vacío, y se traslada allí solamente para no escucharme –probablemente-. Aunque dudo que no me escuche, en tiempos de virus, mi doble se toma en serio el papel y se hace oír. Mi clon se indigna de no verlo sufrir como sufro yo, por no ver el peor escenario posible ante un resfrío y no querer tener un doctor viviendo en casa. ¿Tan ridículo es desear eso?
Esta indignación está plagada de envidia, pero sobre todo de sueño. Yo creo que todo este pasaje de mundo real al imaginario se da no sólo cuando ellos están enfermos, sino cuando la mamá por alguna razón no puede dormir.
Esa falta de sueño produce todas estas cosas, pero lo principal, es que nubla la vista y no deja ver que el que parecía mi peor enemigo, el que se aislaba a su «mejor mundo» y me dejaba abandonada en el real, es también un papá preocupado y ocupado, pero no necesariamente loco. Es a él a quien le pido las mayores disculpas, porque en tiempos de verdadera crisis, siempre demostró estar y no fallar.
Los virus terminaron, la casa se limpió y yo volví a habitar en ella. Me despido del mundo imaginario y dejo que el tiempo transcurra normalmente en el real hasta la próxima peste. Ahí pediré de nuevo…¡paren el mundo, me quiero bajar!