Mucho se ha escrito sobre maternidad y lo que nos cambia el mundo cuando llega un bebé a nuestra vida. Mucho se ha hablado sobre los dolores de parto, las hormonas, la panza, los cuestionamientos que inevitablemente llegan con ese primer hijo y se multiplican a medida que la familia crece. Pero poco espacio se les ha dado a ellos, los papás, que son grandes protagonistas (co-protagonistas) del mismo viaje.
Por eso, en el mes de los papás, decidimos invitar a un papá real a que hiciera su catarsis con nosotras y nos contara desde su mirada cómo les cambia el mundo a ellos; sus pensamientos, sus miedos, sus aprendizajes. Les presentamos a Fede Hartman, diseñador gráfico, papá –junto con Victoria- de Mateo (8 meses), instagramero, un papá actual y REAL. Para nosotras es un gran honor integrarlo a Mamás Reales.
¿En qué cambió tu vida desde que llegó Mateo? Lo que esperabas y lo que nunca sospechaste que fuera a ser así.
Desde los cambios más mundanos, como que ahora me acuesto más temprano y me levanto más temprano hasta los más profundos y filosóficos.
Desde el “¡ajá! para esto es que vale la pena todo” hasta volver a escalar tu vida: tengo 38, cuando Mateo tenga 20, voy a tener 58; ok, tengo que aprovechar cada momento, cada día.
Esperaba que esto me iba dar un mega plus de felicidad y sí, fue así. Lo que nunca sospeché fue con la naturalidad que fue todo. En el embarazo uno va creando un cúmulo de expectativas, nervios, se imagina escenas, etc.
Me pasó que Mateo nació y todo siguió su curso. Claro, por suerte no tuvo complicaciones, problemas de salud. Todo fue natural. Y nunca sospeché que iba a ser así: que tenés un hijo sí, pero que todo sigue su curso, el mundo sigue girando.
¿Descubriste algo sobre ti desde que llegó él?
En treinta y siete años de Clark Kent, descubrí que hay un Superman en mí. Entendí que tenía —sin saberlo— cuatro o cinco tanques de reserva de energía y que podía usarlos.
Hay días en que llegada la noche me doy cuenta de que estuvimos como doce o catorce horas sin parar (muchas veces mal dormidos) y, sin embargo, aún hay energía si él precisa algo.
Muchas veces estás mal dormido, con otras cosas en la cabeza, y cuando tenés un rato para estar con él o darle de comer, cambiarlo, bañarlo, dormirlo, pasearlo, hablarle, lo que sea, siempre tenés energía para hacerlo.
La paternidad me dio un infinito tanque de nafta y tres mil pozos petroleros en Arabia Saudita.
Sin embargo, por más Superman que uno se sienta, hay momentos en que uno es humano y mortal. Ahí la clave está en el trabajo en equipo con la pareja. Mientras uno carretea con Mateo, el otro está en la estación cargando nafta.
¿El mayor aprendizaje que hayas tenido en estos 8 meses?
Aprendí que la paternidad y, sobre todo, la maternidad están muy idealizadas y romantizadas. Hay poca cultura de, como dice este blog, de mamás y papás reales. Sí, hay mucho amor, qué linda es la vida pero mil veces querés salir corriendo, querés dormir, querés irte de vacaciones solo y por 10 años. Aprender a aceptar que ser padre es la vida misma y no una publicidad de pañales o una tarjeta barata del día de la madre.
Y justamente: en pleno embarazo uno dice —le dicen— que cuando nazca va a ser todo distinto, todo será felicidad, ya nada será igual, es lo mejor que te puede pasar. Bueno, sí y no. Nace el bebé y la vida sigue: hay cuentas que pagar, hay que limpiar la casa, hacer mandados, seguir visitando amigos, domingos en familia, gritar un gol, ir a trabajar.
Como dice Canciones Para No Dormir La Siesta, “verás que no aparecen las hadas, ni genios que arreglen todo, ni Batman ni Súperman”. Vos tenés que ser tu propio Súperman.
La paternidad es hermosa sí, lo mejor del mundo pero calma: la vida sigue. Mejor, pero sigue. Tampoco la paternidad va a salvar a tu pareja ni a tu vida. La llegada de un hijo es la llegada de un hijo. No hay ningún Mesías.
¿Hay algo que te hubiera gustado saber desde antes, que otro papá te lo hubiera dicho/advertido?
Un poco lo que decía en la pregunta anterior: saber de antemano que esto es un trabajo en equipo.
Además, de vuelta, por toda esa cultura de “maternidad/paternidad perfecta”, creo que el mejor consejo que me gustaría haber sabido antes es el “Principio de KISS”: Keep it simple, stupid” (¡Mantenlo sencillo, estúpido!).
Sin embargo, una vez, un amigo me dio una sinopsis del Principio de Kiss. Me contó que cuando recién había nacido su hijo, tenía seis memas ahí, boyando entre la mesada de la cocina y el esterilizador. Hasta que un buen día guardó cuatro y se quedó con dos. Suena re choto pero le costó darse cuenta de eso.
Entonces, hoy estamos rodeados de mucha parafernalia barroca de objetos, consejos, teorías y modas para bebés y a veces, es solo sentido común y con poquito ya está. Si somos de las especies biológicamente más exitosas no fue por desarrollarnos con seis memas.
¿Qué consejos le darías a alguien que quiere ser padre o está por ser padre?
- Jamás habrá un momento ideal para ser padre. Se es y ya está.
Al que quiere ser padre le digo que no caiga en eso de esperar el momento adecuado para ser padre. Nunca hay un momento adecuado para ser padre. Ser padre se es. Entrás en el baile y a bailar.
Nada de esperar a que el mundo mejore, a un nuevo presidente, a cumplir determinada edad. Si ambos tienen ganas de ser padres, hagan lo que tengan que hacer y listo. Qué tanto.
- Empatía y trabajo en equipo
Pero, como decía más arriba, tampoco esperen que un hijo sea un Mesías para salvar su vida, la pareja o el universo. Un hijo es un hijo, no le pongan esa presión al gurí.
Al que está por ser padre, le regalo una plaqueta que diga “trabajo en equipo, trabajo en equipo, trabajo en equipo”. Y si sos el acompañante, otra plaqueta que diga “empatía, empatía, empatía”.
- Juntarse con otros padres.
Para compartir experiencias, miedos y cosas lindas. Sirve para inspirarte al ver cómo otros son padres, para aprender, ver cosas que harías diferente, aprender de la experiencia ajena si se puede.
Ser papá es…
Que todo lo que hiciste, todo lo que estás haciendo y todo lo que harás, vale la pena. Y como dice Victoria, ser padre es morirse de amor cada día, acostarlo temprano porque estamos cansados, extrañarlo cuando se va a dormir, mirar las fotos cuando estamos trabajando. El no poder creer que hicimos esa personita.