Me imagino que el “mamá, ¡mírame!”, nos es común a todas las que tenemos hijos. Y en esta época que muchas veces nuestra atención es compartida como nunca antes con los celulares, sus demandas por nuestras miradas se hacen cada vez más fuertes. ¡Menos mal que no desisten y siguen buscando una y otra vez nuestra atención! Porque mirarlos es mucho más que verlos. Mirar es constitutivo, tiene que ver con reconocer al otro, con distinguirlo del resto y darle un lugar. Y nada quieren más nuestros hijos que ser reconocidos por nosotras, sus mamás. El espacio que les hagamos en nuestras vidas es terreno fértil para ir construyendo, de a poco, su identidad.
Sobre las miradas y su función esencial, sobre todo en los bebés, conversamos con las especialistas María Catarineu y Florencia Basladúa.
¿Qué importancia tiene la mirada?
María: Para empezar, es muy importante separar mirar, de ver. Ver tiene que ver con lo orgánico y mirar es una construcción social, que se construye con otros. Nosotros miramos a otros porque fuimos primero mirados. Es tan envolvente, tan constitutiva la mirada, que no solamente incluye el sentido de la vista sino todos los demás sentidos. A mí me gusta la frase de Aristóteles que dice, “nada llega al intelecto sino pasó primeramente por los cinco sentidos”. ¿Y qué es lo que integra todo eso que nos va llegando? La mirada, la mirada que envuelve, la mirada que sostiene.
No se nace con la mirada, el deseo de mirar se construye con otro e involucra todo el cuerpo. ¿Qué pasa cuando miro al bebé? Le hablo, siente mi aliento, el roce de mi cara, no le hablamos a un bebé como le hablamos a un adulto, mi tono de voz cambia. Y en ese diálogo también aparece ese silencio para que el bebé emerja. En ese inter-juego se construye lo dual, porque hay dos. Así el bebé empieza a organizar su mirada, empieza a despertarse el deseo de mirar.
La mirada es una constitución primera. Cuando un niño se cae lo primero que hace es mirar el rostro de su mamá para darse cuenta de su dolor. La mirada es el gran puente vincular, va entretejiendo y va constituyendo al otro. También puede destruir, depende de cómo se haga, claro.
Flor: Es impresionante cómo un bebé recién nacido, a medida que pasan los días, va fijando su mirada. Los bebés son sumamente elocuentes con su mirada. Los adultos les vamos ofreciendo palabras a eso que ellos van manifestando con la mirada, que obviamente tiene todo que ver con la manera que están siendo mirados.
El bebé nace y enseguida busca en esos primeros minutos después de haber atravesado el canal de parto, una mirada. Busca y busca. Eso sabemos que tiene que ver con el sistema motivacional por excelencia que se conoce como Apego. Los humanos estamos armados así, para encontrar un referente, para encontrar la persona a seguir, quien va a organizar mis emociones y experiencias, es como si el bebé constantemente se estuviera preguntando quién es el que me va a acompañar. Y una vez que encuentra y discrimina una figura de las otras, ahí se queda. Y el vínculo se empieza a construir; lo ideal es que sea estable, predecible y amoroso. Donde la mirada esté presente en todo momento.
Por Federica Cash
