Mamáaaaa!
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Olor a bebé

Siempre te dicen que los disfrutes “ahora” porque crecen rápido y a veces no escuchás, porque ese mismo bebé que mañana será grande y estará menos interesado en jugar contigo porque se divierte más con los amigos, hoy se despierta de noche cuatro veces a tomar teta. Y te mata.

Además te parece obvio lo que te dicen (todos crecemos, por lo menos físicamente) y por eso, en parte, desoís esos comentarios de madre vieja. De hecho, en el fondo deseás que crezca, que aprenda a vestirse, a bañarse, que te libere algún brazo. Estás agotada.

Las mamás, como buenas humanas imperfectas, también necesitamos ver las cosas en perspectiva para valorarlas, algo difícil con unas pilas que andan 24 horas low bat, con un cuerpo acostumbrándose a llevar una vida de mujer normal (con intereses personales, un trabajo, una casa y, con suerte, un marido), además de la maternidad.

Pero aunque no las escuches, lo que te dicen esas madres “viejas” es real. Sucede en el 100% de los casos. Los niños crecen y una extraña esas pequeñas cositas que se van con los primeros pasos.

Hace unos días miraba a Francisca –de 9 meses-, sentada en la alfombra del living, “gateando” torpemente hacia los juguetes de la hermana mayor, súper interesada y entusiasmada con un tambor y un camioncito de bomberos, feliz de poder trasladarse. Enseguida pensé que había una etapa que había quedado atrás. En dos meses probablemente caminará y no será más “mi bebé”, por más que la sienta así toda la vida.

Y sin querer, empecé a extrañar esas pequeñas sensaciones que pronto no estarán más en casa y que, quién sabe, capaz nunca volverán (aclaración: el tercero no está claro en los planes todavía).

Hay olorcitos y momentos inolvidables que compartimos con los bebés que deberían poder guardarse en una cajita de la mesa de luz. Lo bueno es que son sensaciones tan fuertes, que quedan grabadas como un sello en nuestra memoria emotiva para toda la vida. Me refiero a esas cositas sutiles, a veces invisibles para otros, pero que para nosotras representan todo.

Cuando los bebés se transforman en niños perdemos…ese olorcito a transpiración en un cuello lleno de rollos… la sensación cálida que te da su mano regordeta apoyada en tu pecho cuando toma teta o se duerme en tus brazos, esa mirada penetrante que te atraviesa cuando encontrás sus ojos mientras amamantás…la paz que te da estar recostada en un sillón con él durmiendo en el pecho. Cuando crecen, en la casa ya no resuenan tiernos balbuceos de un pequeño ser desesperado por comunicarse, ni sílabas repetidas sin articular (ta-taaa-ta; maaa, mmmaaa…maaa). Cuando crecen ya habrá pasado ese primer cumple para el cual practicaste soplar la velita durante un mes y estará lejos ese olor a tu bebé que te hace diferenciarlo del resto de la manada.

Cuando los bebés se transforman en niños…ya descansadas, pagaríamos lo que fuera por poder agarrar el tiempo o echar mano a esa cajita de la mesa de luz, para sacar y disfrutar de esas experiencias únicas, con la conciencia de que se van.

Por Carolina Anastasiadis

JOHNSON. IMAGEN

1 comentario

  1. Tania says

    Que lindo! Y cierto…….
    Agradecemos q crezcan sanos y felices, pero q «triste» no tener más a tu bb ( aunque es cierto q tendrán 30 y van a ser los BBS)
    Otra cosa q adoooore y extrañe fueron las panza d de mis 2 embarazos! Hoy tienen 4y6 años.. .

    Me gusta

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