El sábado la observé mientras dibujaba en el piso un regalo para el papá. La nena ya tiene 4 años y está en ese momento en que no es bebé pero tampoco es escolar; en ese tiempo “puente” entre ese ser que balbuceaba y la niña que traerá deberes para hacer en casa. Algo que a veces me desorienta y a la vez me exaspera.
No la puedo tratar como beba porque le aburre. Es lo suficientemente madura como para decirme que no le divierten algunos planes y a la vez, lo suficientemente ingenua como para pedirme una y otra vez un cuento sobre ese monstruo que sabe que no existe pero que la aterra. Ese personaje que en otra época era “el hombre de la bolsa” y que en mi casa fue también el “cuco”.
Alfo está en una edad en la cual de a ratos quiero poner forward para que pase rápido y ganar un ratito para mí. ¿A qué edad los padres recuperamos el derecho a mirar el informativo?, ¿Cuándo las madres volvemos a tener oficialmente las uñas prolijas? ¿Cuándo se cierra la puerta del baño sin culpa? (lo último, ni lo respondan: es una utopía). Alfo no es beba pero aun demanda para bañarse, todavía lleva esfuerzo y tiempo dormirla y cuando se juntan su intensidad con los quehaceres y el trabajo diario CANSAN. Hoy sus amigos son importantes, pero sigo siendo su mejor compañera de aventuras.
Cuando pienso en esto me pasa lo mismo que me sucede con los conceptos fuertes e importantes de la vida… felicidad… maternidad… y otros tantos. Caigo en que el combo incluye una paleta extensa de emociones, sentimientos y sensaciones. Algunos que elegimos y también esos otros, a los que quisiéramos poner en “forward”.
Las mamás a veces nos peleamos con nuestro “hoy”. Cuando tenemos un bebé de 3 meses y observa atento su alrededor, gritamos por ahí “¡es muy despierto! ¡Parece más grande!”. Crece un poco, agarra el celular, pasa las fotos en la pantalla touch y contamos orgullosas en la sala de espera del pediatra que nuestro hijo es cuasi superdotado… nativo digital, … «nació con otro chip, viste?». También se ven por ahí niñas de 3-4-5 años vestidas como “mujercitas” cuando ni a nosotras nos resulta cómodo andar taconeando.
A las mamás -en general, claro está-, cuando nos gana el cansancio queremos pasar las etapas “¡YA!”, y odiamos esas viejas voces que anuncian «ya vas a tener tiempo para vos», «disfrutala ahora porque después no te da bola», «pasa, todo pasa», «son unos pocos años»… (¿CUÁNTOS???)
Personalmente sé que tengo que lidiar con este tema, aprender a vivir y disfrutar del tiempo presente y de esta edad, a pesar de esos detallecitos cotidianos que en perspectiva seguro serán insignificantes. Tengo una certeza fuerte: en unos años, cuando pierda mi protagonismo en las historias y juegos de Alfo, voy a buscar desesperada el «rewind» para llegar al hoy, apretar “play” y disfrutar de estas noches interminables y de esos ratos de charla de baño; sí, a pesar que quede como pos tsunami. Mañana limpiamos.
Por Carolina Anastasiadis