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T.E.L, un llamado de atención frecuente

En nuestra época escolar, aquel que demoraba más en hacer el trabajo de comprensión lectora o en entender la consigna de la maestra, era solo considerado un poco más “lento”. Hoy se sabe que existe lo que se llama Trastorno Específico del Lenguaje, cuya detección temprana es fundamental para que niños con alguna dificultad para interiorizar, comprender o expresar palabras, no se queden por fuera de un mundo que no espera.

A nivel nacional no hay estudios estadísticos del porcentaje en la población de personas con T.E.L, pero todos conocemos alguna mamá preocupada –u ocupada- en un niño con este tema. A modo de referencia, en otros países como Estados Unidos, Chile o España, la proporción de personas diagnosticadas con T.E.L. oscila entre un 3 y un 10%, presentándose con mayor frecuencia en varones.

Sobre el Trastorno Específico de Lenguaje hablamos con la fonoaudióloga Mónica Camaño. Aquí el abc del tema y alguna ayuda para padres con dudas.

¿Desde qué momento un padre podría notar un posible Trastorno Específico del Lenguaje?

Durante el desarrollo del niño, si la adquisición de las habilidades motoras, cognición y autonomía se van dando acordes a lo esperado, pero hay un desfasaje en cuanto a la adquisición de las habilidades de lenguaje, estamos ante señales de alerta; se pueden observar ya en períodos muy tempranos.

¿Cuáles serían las señales para sospechar de un T.E.L al año, dos años, tres años del niño?

Las señales más tempranas de alerta serían que al año y medio aún no hayan aparecido las primeras palabras y que a los dos años y medio, el niño aún no tenga la habilidad de juntar las palabras para armar frases simples de dos elementos y siga comunicándose con palabras sueltas. A veces sucede que a esa edad no comprenden consignas simples.

Llegando a los tres años marcan dificultad en el lenguaje la incapacidad de formular frases de más de dos elementos, un repertorio pobre de vocabulario, una articulación de sonidos en su habla que no sea entendido por los demás, que no tengan habilidades de conversación, y/o que no comprendan lo que se les dice.

Si a los cuatro años  los problemas persisten o mantiene un compromiso en la articulación de los sonidos, y sobre los cinco años aun no habla en forma fluida, con clara articulación y en forma organizada, si su comprensión está en menos y/o las habilidades conversacionales no son eficaces, la alerta se convierte en alarma.

¿Cómo sé si es para consultar o es simplemente que el tiempo de mi niño es más lento?

Ante estas observaciones que comenté, en niños que no presentan alteraciones neurológicas evidentes, pérdidas auditivas, carencias ambientales extremas, baja inteligencia no-verbal o cuadros psicopatológicos que determinen ese desfasaje, podríamos estar ante un hablante tardío. Esto es cuando el niño evoluciona rápidamente al recibir estimulación, acompasándose sobre sus cuatro años a los parámetros esperados. Pero si las dificultades observadas son persistentes, aunque reciban estimulación y existe una gran diferencia entre la edad cronológica y la edad lingüística, se confirmaría que se trata de un Trastorno Específico de Lenguaje (T.E.L).

Es muy importante la detección temprana de alertas que marcan alteraciones de lenguaje, ya que es imprescindible el abordaje a tiempo en terapia fonoaudiológica, aunque se esté en proceso de hacer un diagnóstico diferencial para determinar si estamos frente a un hablante tardío, un niño con T.E.L., o con trastornos de lenguaje secundarios a patologías, porque las dificultades repercuten en otras áreas del desarrollo y el abordaje mejora el pronóstico.

¿Está asociado a la hiperactividad?

A lo largo del desarrollo, se van necesitando cada vez más habilidades comunicativas y de lenguaje, por lo que aumenta la exigencia de los procesos ejecutivos de atención y los requerimientos en autocontrol de la información, planificación y organización. Cuando estos procesos ejecutivos están afectados, podrían darse en conjunto T.E.L. y sintomatología hiperactiva-atencional. Aunque hay que tener en cuenta que hay niños con T.E.L. sin sintomatología hiperactiva-atencional y niños que con dicha sintomatología no presentan T.E.L.

¿Los indicadores se confunden con trastornos como TEA (Trastornos del Espectro Autista) u otros?

Es importante hacer un buen diagnóstico diferencial, ya que existen alteraciones de lenguaje que son consecuencia de problemas neurológicos, cognitivos, sensoriales, motores o socio ambientales. Cuando se descartan la existencia de esos problemas, se habla de especificidad.

A veces se observan características en común con los niños con T.E.A., ya sea porque en algunos perfiles presentan ausencia o compromiso severo de lenguaje, que determinan deficiencia en las habilidades para relacionarse con el entorno, o en casos no tan severos en donde lo afectado tenga que ver con la capacidad de abstracción que implique alteraciones a nivel funcional comunicativo. Pero la diferencia está en que en perfiles severos se ve con la evolución que el niño intenta desarrollar formas alternativas para comunicarse y en los otros menos severos es franca la intención de interacción social que se da en forma empática y adaptada. No existe en ningún caso atención selectiva, intereses restringidos, falta de empatía o inflexibilidad del pensamiento, como en los casos de T.E.A., ya que lo deficitario se da solamente en la esfera del lenguaje.

¿Cómo se trabaja con un niño con esa condición para enseñarle a leer y a escribir?

No todos los niños con T.E.L. presentan alteraciones en la adquisición de la lectoescritura, se da en algunos niños dependiendo del subtipo del trastorno.

Los niños que presenten dificultades en la dimensión de la fonología, en lo que se refiere a la selección y secuenciación de fonemas (sonidos vocálicos y consonánticos) en la cadena hablada, van a tener dificultades en reconocer las letras y en asociarlas a esos fonemas. Se requiere un abordaje que trabaje los códigos oral y escrito en forma paralela, con muchos refuerzos de entrada (visual, auditivo, propioceptivo).

En otros casos va a pasar que logren codificar y decodificar a nivel de la lectoescritura y que el aprendizaje de la misma sea un apoyo importante para mejorar la oralidad.

Hay niños con dificultades en la comprensión que pueden acceder a leer fluidamente pero que no comprenden lo que leen. Allí se usará otras metodologías que contribuyan a simplificar las vías de entrada de la información. O pueden tener deficiencia en organizarse en la escritura de oraciones y texto desde la dimensión de la morfosintaxis, de la lexicosemántica, y allí serán otros los tipos de abordaje.

Por eso la importancia de la intervención especializada, porque no hay estrategias a seguir que sirvan para todos los casos y no se pueden dar pautas generales de como intervenir. Es primordial también que las metodologías se compartan en el entorno familiar y escolar, acordes a cada caso en particular.

¿Qué tan reversible es el trastorno?

El T.E.L. acompaña a quien lo presenta más allá de los primeros años de vida y tiene un perfil clínico y un desarrollo evolutivo muy diverso. Se manifiesta en tipos diferentes según afecte la expresión, la comprensión y expresión conjuntamente o los procesos de abstracción de la información, en formas que van de compromiso leve a severo afectando uno o más componentes del lenguaje desde la forma, contenido y función del mismo.

El pronóstico depende de las características de cada perfil y de cada niño, de si la detección fue temprana o tardía, de si recibe terapia fonoaudiológica y de los apoyos que reciba en su entorno.

 

Por C. Anastasiadis

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