Una oportunidad encubierta (en el baño)
En casa la hora del baño casi siempre coincide con la hora del caos. De tardecita, cuando la luz baja y las baterías de mis hijas se encienden (¿los suyos no hacen “descargas” cuando en realidad ya no tienen casi pilas?), aplico algo que me funciona: ¿vamos a bañarnos? Mientras le pongo el agua a la grande y la chica se afila sacándose los championes, la cosa se pone divertidamente complicada, pero en el último tiempo, he logrado resignificarla y ese tiempito de todos los días ya no es «uhh…tengo que bañar a las nenas» sino un ratito para aprovechar con ellas. Siendo honesta, siempre fue un momento del cual intentaba salir (cumplir) rápido, hasta que leí algo por ahí que me hizo valorarlo como oportunidad. Lo mejor fue que con los días noté que si uso ese tiempo para “jugar”, no solo salen bañadas sino que la ansiedad del día queda completamente aplacada. (¡¡Y duermen!!!) Un poco inspirada en la paciencia de mi suegra con mi hija Alfonsina, empecé a usar la hora del …