En casa la hora del baño casi siempre coincide con la hora del caos. De tardecita, cuando la luz baja y las baterías de mis hijas se encienden (¿los suyos no hacen “descargas” cuando en realidad ya no tienen casi pilas?), aplico algo que me funciona: ¿vamos a bañarnos?
Mientras le pongo el agua a la grande y la chica se afila sacándose los championes, la cosa se pone divertidamente complicada, pero en el último tiempo, he logrado resignificarla y ese tiempito de todos los días ya no es «uhh…tengo que bañar a las nenas» sino un ratito para aprovechar con ellas. Siendo honesta, siempre fue un momento del cual intentaba salir (cumplir) rápido, hasta que leí algo por ahí que me hizo valorarlo como oportunidad.
Lo mejor fue que con los días noté que si uso ese tiempo para “jugar”, no solo salen bañadas sino que la ansiedad del día queda completamente aplacada. (¡¡Y duermen!!!)
Un poco inspirada en la paciencia de mi suegra con mi hija Alfonsina, empecé a usar la hora del baño para conversar con ella sobre cualquier cosa; la textura de la esponja, el color, el olor del shampoo…todo vale con tal de generar conversación. No hay mucha ciencia en esto, pero funciona.
Acá van algunos piques:
– Llevar jarritas, vasos y algún que otro juguete que se pueda mojar. Sirven tuppers, cucharitas, tapas.
– Si estás inspirada, poné música. Empezá con algo movido y andá bajando ritmo y volumen.
– Conversá. Temas: las partes del cuerpo (esto rinde con mi hija más chica), lo que hizo en el día (esto lo aplico con la grande), sobre lo íntimo y lo público, …seguro se te ocurren más.
Hace un tiempo entrevisté a un especialista en adolescentes que hablaba de la adolescencia como un tiempo “puente” entre la niñez y la adultez. Y decía que para vincularse con los hijos adolescentes, nada mejor que invitarlos a hacer algo para poder charlar. Él le llamaba a eso “la teoría de la acción” y afirmaba por propia experiencia, que era más factible que su hijo adolescente compartiera algo de su vida si lo invitaba a lavar el auto o a hacer un mandado, que si lo sentaba en la mesa para interpelarlo. Con los niños de 2 a 5 años pasa lo mismo…¿o no sienten a veces que están lidiando con pequeños adolescentes? Parece una tontera, pero este momento es único…diario (o casi) y no lo vas a tener toda la vida.
Por Carolina Anastasiadis
Muy bueno Carito!! Yo tmb le huyo un poco al baño, je. Pero es cierto que hay que aprovecharlo como momento de juego, charla. Beso!
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