Además de la paciencia, una de las cosas para las cuales la maternidad te entrena -o te detona, claro está- es para manejar el ESTRÉS. Empezando por el embarazo, en el que hay que respirar hondo antes de angustiarse o desbordarse porque te dicen que si te pasás de rosca podés perjudicar al bebé, luego, con el niño afuera, las pruebas continúan -y me animo a decir que van en aumento-.
Si no fuera importante estar tranquila en el embarazo, no tendría tanta prensa el yoga para embarazadas, ni se mimaría tanto a la mujer en ese estado. Y aunque algunos médicos -como mi gine en su momento- afirmen que hasta las mujeres en estado de guerra han parido niños “normales”, la realidad es que el estrés de la embarazada tiene sus efectos secundarios en el feto y no solo en lo estructural del niño que va a nacer, sino -y sobre todo- a otros niveles más sutiles a la vista pero a veces mucho más importantes para la vida.
Antes de consultar al ginecólogo Jorge Arena sobre este tema, hablé con el psiquiatra de niños y adolescentes Ariel Gold que gentilmente me comentó algunas cosas interesantísimas sobre la influencia del estrés en la embarazada. Entre ellas:
- No hay ciencia que pueda asegurarte que si tú como mamá vivís un embarazo con estrés, tu hijo vaya a tener algún problema. Sí hay estudios realizados que lo que indican son “estadísticas/probabilidades” de que una mamá que vive un embarazo más tranquilo, tiene más probabilidades de tener un hijo apacible.
- Siempre hay que considerar la singularidad de la mamá; no a todas las mujeres las afectan por igual las mismas cosas, y lo que puede afectar enormemente a una, para otra puede ser una pavada -por su historia de vida, por su contexto, por su experiencia, por su tipo de personalidad, etc.-.
- Hay un tipo de estrés “bueno” y otro malo. El bueno es el que te activa para hacer determinadas cosas; el malo es el que te sobrepasa y cuando se da de manera sostenida puede afectar al bebe que está en la panza.
- El conocido cortisol es la “hormona del estrés”. Lo segregan las glándulas suprarrenales y es algo que vamos agotando o gastando a lo largo del día. Por eso estamos más irascibles luego de un día agitado o de mucho trabajo cuando es de tardecita o llega la noche.
- El problema es que el cerebro no soporta el cortisol todo el tiempo alto (algo que sucede cuando estamos todo el tiempo estresados), sino que tiene que estar moderado. Si tenés una situación de estrés mantenida, el cortisol empieza a afectar distintas zonas del cerebro, las neuronas. Y sobre todo, lo que afecta es el llamado “sistema de alarma”, lo que nos hace quedar muy sensibles ante cualquier cosa. Si eso sucede es probable que estemos sufriendo el llamado síndrome del quemado o del “burn out”.
- Por otro lado, cuando hay niveles sostenidos y altos de cortisol -de estrés-, la placenta que es un protector importante contra esto, lo deja pasar y eso puede afectar el cerebro en desarrollo del niño.
- “Todo el embarazo es de cuidado, porque en cada momento del mismo se van formando distintos circuitos. El sistema de alarma se afecta más en el último trimestre pero el estrés durante todo el embarazo tiene distintas consecuencias y afectaciones para el feto. Las neuronas son tan complejas en su conformación, por lo que se puede afectar cualquier tipo de circuito” -A.Gold-
- Muchas veces cuando consultan en la clínica por niños que tienen llantos sin explicación o con una tendencia a deprimirse o a excitarse con más facilidad, se le pregunta a la mamá cómo fue el embarazo. Si hubo mucho estrés a lo largo de la gestación, a nivel médico se maneja la posibilidad de que pudieron haber existido “baños de cortisol”.
Por si aún no te convencí sobre la importancia de llevar adelante un embarazo tranquilo, acá comparto una entrevista realizada al Dr. Jorge Arena en donde, entre otras cosas, habla de cómo el estrés puede determinar partos prematuros y hasta niños con bajo peso al nacer. Pero no es todo… informate más aquí -y empezá a respirar!-