Llegar a casa luego del sanatorio genera en las madres un sentimiento encontrado. Por un lado la sensación de “por fin en casa”…y por otro, miedos e incertidumbre sobre todo lo que implica hacerse a una nueva vida con la responsabilidad de un bebé. Si a eso le sumamos las hormonas alborotadas, un cuerpo dolorido, y toda la revolución visible e invisible que implica la maternidad, el combo es bastante explosivo. Lo más alentador de la situación, es que pasa, como todo: PASA.
Sobre estos temas consultamos a la Nurse y Diplomada en Lactancia, Andrea Silveira, quien actualmente en MP es la encargada de recibir los S.O.S de muchas mamás y papás en apuros.
¿Con qué se encuentra emocionalmente la mamá cuando llega a su casa?
En el momento del alta, se encuentra en un estado de inestabilidad hormonal, con mucho cansancio encima, falta de sueño. Eso genera parte de la sensibilidad y también irritabilidad. Llega cansada, con dolor porque generalmente se está recuperando del parto o cesárea y con la plena bajada de la leche. Todo eso se junta con la responsabilidad de querer hacer lo mejor posible para su hijo. Llega entonces bastante abrumada. Eso desencadena mucha angustia en la mamá y está bueno que sepa que si le pasa todo eso, está dentro de lo esperado. Pasa mucho que miran al bebé y lloran y por eso no se tienen que sentir culpables.
Esa etapa dura normalmente 15 días, porque la mamá se está adaptando a su rutina nueva, a su cuerpo, familia y todo nuevo. Luego la mamá ya se organiza y le va quitando miedo y presión a un montón de cosas.
¿Qué recomendaciones podrías hacerle a la mamá en esa situación?
A la mamá primeriza se le puede decir que duerma mientras el bebé duerma. Cuando tenés otro niño en casa, la situación es muy distinta porque es difícil dormir. En la medida de lo posible es fundamental contar con ayuda; abuela, padre, hermana, amiga, el apoyo es muy importante. Recomiendo además no descuidar la parte alimenticia porque la mamá para amamantar tiene que comer, dado que para generar leche gastamos mucha energía y necesitamos alimentarnos. Tomar agua y comer, de eso no nos podemos olvidar, parece tonto decirlo pero a veces, ante tanto cambio de rutina, algunas mamás se olvidan. Y les diría que ante todo mantengan la calma y no se desesperen. Si tienen ganas de llorar que lo hagan, y que traten de hablar. A veces yo atiendo llamadas de madres que lloran solamente. Se descargan y luego siguen mejor.
¿Qué puede hacer el papá ante esta situación?
Por suerte la maternidad ya no es solo de la mamá sino del papá. Hoy tengo pila de padres que me llaman porque ven preocupada a la mujer. Debería hablar con la mamá, poder hablar de todo… del bebé, de la sexualidad, de todo lo que tiene que ver con la llegada del hijo. Por un lado está bueno hablar y por otro, el papá tiene que hacerle el aguante a la mamá. La madre no llora porque es histérica, hay que contenerla.
Por Carolina Anastasiadis