La elección de la pareja, la forma en que nos vinculamos con los otros, la manera en que nos presentamos al mundo… todo tiene que ver con la autoestima, con ese concepto que tenemos de nosotros mismos, de cuánto valemos, de lo que somos y de lo que podemos dar.
Sobre eso conversamos con la Psicóloga Julia Arrillaga, quien, entre otras cosas, nos contó acerca de cómo promover una autoestima sana en los niños, por qué está bueno dejar que se enchastren y por qué importan tanto las palabras que elegimos para comunicarnos con ellos.
¿Por qué importa tanto trabajar la autoestima en los chicos?
El concepto que el niño tiene de sí mismo va a influir en toda su vida. Influye en la elección de sus amigos, en la forma en que se lleva con los demás y, aunque parezca mentira, hasta en la clase de persona con la que se junta o elige casarse. La autoestima afecta su creatividad, su integridad, su estabilidad y va a decidir algo que no es menor, sobre todo en la infancia, y es si el chico va a ser líder o seguidor. Cuando un niño se siente menos, es más seguidor que líder. Y los líderes no siempre son positivos.
¿Cómo se construye esa auto-imagen de sí mismos?
Ellos nacen sin un sentido del “Yo” pronto. Todo niño recoge una imagen de sí mismo primero desde los sentidos, y luego a través del lenguaje de los adultos sobre ellos. Por eso importa tanto cómo valoramos los hechos. Si mi hijo mayor le quita el juguete al hermano, no es “malo”, “feo”, sino que hizo algo que está mal. A veces usamos mal las palabras. Cuántas veces escuchan o han dicho: ”¡no se puede con este chico!”, “¡estoy deseando que se acaben las vacaciones y empiece la escuela!”. Las palabras tienen poder, y cada uno se valora a si mismo tal como fue valorado por sus padres primero, y los otros, a medida que fue creciendo. Se aferran a esa imagen. Como padres, somos espejos que permanentemente les devolvemos un reflejo-imagen de sí mismos. ¡Ojo!
¿Cuáles serían las consecuencias de tener una autoestima baja o alta?
Un niño seguro, con autoestima alta no necesita seguir a los demás o hacer cualquier cosa para ser aceptado. Esto es un problema importante en la adolescencia. En la infancia los niños buscan más que nada la aprobación de los padres que son “semi-dioses” para ellos. En la adolescencia se busca la aprobación del grupo de pares y un niño que no se valora demasiado va a buscar ser aceptado a cualquier precio. Si no ha logrado sentirse digno de ser querido solo por existir, por considerarse valioso, va a buscar la aprobación de los pares a como dé lugar y ahí hay riesgo de que caigan en conductas nocivas, como el alcohol, las drogas y en otras actitudes de riesgo que llegan con la adolescencia.
¿Cómo me doy cuenta si mi hijo tiene su autoestima sana?
No debemos confundir la autoestima alta con engreimiento sino que es un silencioso respeto por uno mismo. El engreído en el fondo es un gran inseguro. El que tiene autoestima alta no necesita estar demostrando nada a nadie. Por otra parte, quien tiene autoestima baja está permanentemente buscando espejos que le devuelvan una confirmación positiva de su persona. Es agotador. Buscan confirmar eso, buscan la mirada del otro y a veces terminan haciendo cualquier cosa para tenerla. En chicos con pocas experiencias de éxito en el ámbito escolar, por problemas de aprendizaje, lo ideal es mostrarles áreas donde puedan ser buenos, porque esas experiencias infantiles van moldeando su concepto de sí mismos, su autoestima.
¿Cómo “trabajo” con mi hijo para que tenga una autoestima adecuada?
Siempre les recuerdo a los padres algo que decía Aristóteles y es que la virtud está en el justo medio. No es buena la falta de atención, la carencia, pero tampoco la sobre protección que anula muchísimo al otro, porque le muestra de alguna forma que “lo hago porque tú no podés”. Hay que trabajar mucho con ellos en que son dignos de amor y valiosos, que siempre tienen algo que ofrecer a los demás.
Con esa base, es importante acompañarlos en su desarrollo de aptitudes, para que vean que pueden manejar lo que ocurre a su alrededor. A veces tendemos a vestirlos, a darles de comer, no los dejamos subir una escalera, y hay que considerar que esos hitos, para algunas edades, son logros que refuerzan su autoestima. Capaz que se enchastra todo cuando come solo las primeras veces, o capaz la primera vez que se baña solo se lava el pelo horrible, pero tenemos que habilitar el crecimiento y conquista de nuevas aptitudes. A los adultos a veces nos da miedo dejarlos explorar y les decimos “no vayas, no toques”. La capacidad exploratoria es un indicador de salud mental. No seamos nosotros quienes no dejamos que se alejen porque nos da terror y pánico; no digo de promover conductas de riesgo, pero que si van a la placita y se quieren trepar, que lo hagan, que se ensucien.
Por Carolina Anastasiadis