Ella es la mamá de Salvador, Indro y León, inquieta, divertida y reflexiva. La elegimos para que nos contara qué aprendizaje y cambios llegaron junto con sus bellezas. Aquí compartimos la reflexión de Jujy Fabini:
Cuando te convertís en mamá pasan muchas cosas, y todas y cada una de ellas generan cambios y aprendizajes. Es como que pasa el monstruo de Tasmania, te hace girar 20 vueltas y te deja parada en la vereda de enfrente. Y desde ahí empezás a ver el mundo desde otro lugar.
Para empezar, la vida ya no gira más en torno a nosotros, sino a ellos, si son tres… imaginen. Nos convertimos en un instrumento, con la titánica responsabilidad que ello implica, de miles de cosas: de paz, de amor, de salud, de enseñanzas, de bienestar, de experiencias enriquecedoras de todo, porque ellos conocen el mundo y la forma de vivir en él, a través nuestro. Y ser consciente de eso, moviliza y te obliga a pararte en un lugar de mucha mayor consciencia.
A pesar de los mil clichés de las mil vueltas, el cansancio, la paciencia, que son parte ineludible de la cuestión, si estás apoyada, la maternidad puede ser muy divertida y placentera, pero también un gran espejo, que nos pone siempre en evidencia. Ser madre es la experiencia de vida que más me ha enseñado. Y a pesar de las turbulencias de la vida, las ganadas y las perdidas, las subidas y las bajadas, al final del día, la maternidad tiene el poder de llevarte siempre a la misma básica pero sabia y pacificadora conclusión: Si ellos están bien, ¡todo está bien!