“Quiero que mi hijo sea feliz”. ¿Escucharon eso alguna vez? ¿Lo dijeron? Hace unos días, preparando una nota sobre “la felicidad” para revista LARA, di con que hay una corriente de la Psicología que sostiene que a ser feliz se aprende y, por lo tanto, es algo que se puede enseñar.
Ese fue el disparador de mi consulta a la Psicóloga Julia Arrillaga (especializada en Psicología Infantil y del Adolescente), sobre cómo podemos educar a nuestros hijos para que sean felices. Sobre todo, pensando en que en esta vida loca que vivimos, los adultos no siempre tenemos razones para transmitir lo que pensamos y sentimos con buena cara. Aquí, una guía sobre cómo educar en la felicidad según la profesional.
¿Qué tan importante es que los hijos nos vean felices?
Que nosotros estemos a gusto con nosotros mismos, es algo que los hijos captan con mucha fineza. Por eso, es importante que tengamos nuestras propias gratificaciones y que no les reprochemos «todo lo que hacemos por ellos» permanentemente. Más bien sugeriría que les enseñemos a valorar las pequeñas cosas de cada día y a ser agradecidos. Es vital también que vean que papá y mamá son felices y disfrutan del tiempo juntos; somos ejemplo. Muchas veces quedan de testigos de nuestras peleas, pero rara vez de nuestras reconciliaciones.
Las mamás a veces somos un poco actrices, para no mostrar algo feo que sucede (pérdida de un familiar, una enfermedad, etc.) ¿Qué tan bien está eso? ¿Es mejor mostrar la realidad tal como es?
Por un lado debemos tener presente que la «atribución de significado» la damos los adultos. Yo creo que siempre es importante y recomendable manejarse con la verdad, en un lenguaje sencillo que los chicos puedan entender, ya que crecerán sabiendo que en casa se puede hablar de todo, aunque a veces las cosas sean difíciles. Al mismo tiempo, en esto de «atribuir significados», ellos son expertos en «captar nuestro estado emocional», o sea que junto con la verdad, intentemos mostrar una actitud positiva. A veces no importa tanto qué nos pasa en la vida, sino qué hacemos con eso que nos sucede.
¿Cuáles serían las consecuencias de que los hijos nos vean mal?
Hay situaciones de vida en las cuales es inevitable que nos «vean tristes», por ejemplo frente a la pérdida de un ser significativo. No creo que esté mal llorar delante de los hijos ni mostrarnos humanos. El problema es cuando la tristeza se vuelve algo extremo y caemos en una depresión. Debemos estar muy atentos a esto, porque el riesgo es «dejar a los niños sin madre».
¿Nuestra visión sobre la vida, modela su forma de verla?
Sin lugar a dudas, nuestra forma de ver la vida va a dejar una huella en ellos. Hay personas que ven siempre el lado positivo y otras que quizá -y casi sin percibirlo- están siempre viendo «el medio vaso vacío», y eso se transmite.
¿Se enseña a ser feliz o se nace pudiendo serlo?
El Profesor de Harvard, Tal Ben Shahar, se dedica a dar la materia «Felicidad», y sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica. Es experto en lo que llamamos hoy día «Psicología Positiva», que para él es la «ciencia de la felicidad». Quizá por habernos concentrado siempre en la patología, nos hemos perdido de aprender de las personas sanas.
¿Qué podemos hacer por ellos para que sean felices?
Intentar fortalecerlos en su autoestima y promover su resiliencia para que enfrenten las situaciones adversas, saliendo fortalecidos. Para ello, es fundamental la incondicionalidad con el niño en cuanto persona, ayudarlo a encontrar el sentido a la vida para que sienta que vale la pena vivirla. Además de ello, el niño crece seguro en un ambiente donde se pueda desarrollar el sentido del humor.
“Quien vive con su hijo de manera que hace que este se sienta profunda y tranquilamente contento de ser quien es, le da una herencia inapreciable: la fuerza para enfrentar las tensiones, y el valor necesario para llegar a ser una persona comprometida, responsable, productiva y creativa: una persona totalmente humana. De esta manera, nuestra inversión de amor nutricio, tiempo, energía y dinero, darán frutos sin fin a lo largo de los tiempos. La ayuda que se da al niño para que éste guste de sí mismo es lo máximo que se le puede dar. Es la manera más profunda de deletrear la palabra A – M – O – R”, nos dice la Dra. Dorothy Corkille Brigs.
Por Carolina Anastasiadis
NOTA: El miércoles 7, de 19.30 a 20.30 hrs. en Crepas (Arocena 1556), la Psic. Arrillaga expondrá bajo el título: Hijos felices, ¿Qué concepto manejamos de felicidad?. Son cupos limitados y la charla tiene un costo. Más info. en: juliaarrillaga@hotmail.com