Hace mucho tiempo las rutinas de la noche en casa implican libros. Desde que mis hijas son capaces de comprender historias, les leo, aunque a veces les invento o les hago un cuento de cuando era chica, para que sepan que no nací siendo mamá. Me gusta su sorpresa cuando descubren que yo también tenía nervios el primer día de clase, que una vez me peleé con un compañero por la pelota, que me pusieron en penitencia por no compartir o que llegué fuera de hora a clase por haberme acostado tarde la noche anterior. “¿Y qué te dijo tu mamá?” “¿Cuánto duró la penitencia?” “¿Al otro día te dormiste temprano?”. Las preguntas aparecen siempre y cada historia dispara conversaciones lindas que ayudan a poner en palabras algunos temas.
En estos días llegó a librerías “Desde adentro” una colección de libros infantiles, escritos por Alejandro De Barbieri, Natalia Trenchi y Yohana Sampietro. Son libros para compartir en familia y hablan de las emociones. Si bien hay muchos del estilo hoy en día, estos me gustaron porque acercan historias chiquitas, de esas que se viven en cualquier casa, en todas las familias.
En la Ruta 5, camino a dar una charla al Instituto Adventista y tras haber estado días antes conversando en la escuela 226 del Cerro, en el liceo 71, en el Colegio Alemán y en el Queens, Alejandro de Barbieri nos atendió el teléfono para contarnos sobre “Un día complicado”, el primer cuento infantil que acaba de editar. Sobre frustrar, educar, la importancia de los “no» y temas de crianza y educación que él afirma “atraviesan todas las clases sociales y hasta la frontera”, va esta petit entrevista. Compartimos.
¿Por qué “Un día complicado”? ¿Qué querías transmitir?
El título se me ocurrió porque a veces los niños y los grandes tenemos días complicados. En el libro, el niño se levanta, quiere desayunar torta y después quiere otra cosa, la mamá le dice que no, después no quiere ir al doctor… hay una secuencia de hechos, de cosas que quiere hacer y no siempre puede. La idea del cuento es invitar a los padres a ser empáticos con los días complicados que pueden tener los hijos. Hay cosas que nosotros vemos sencillas y ellos las viven de otra manera. Como padres, la invitación es a ir hospedando las mini frustraciones de los hijos, con empatía, con calma, con alegría, humor y amor. Si eso se logra, al final del día el niño valora todo lo que aprendió a partir de esos “no”.
A partir de tus libros, hace años das conferencias para padres y educadores. ¿Los problemas para educar siguen siendo los mismos o han cambiado en los últimos años?
Hay temas que prevalecen como la sobreprotección y el miedo a que los hijos se frustren. Este último, que responde al adulto frágil que no se banca que su hijo se frustre, me parece que con los años se ha puesto un poco peor. Creo que lo que se ha sumado hoy es el tema de la tecnología; hay niños que hacen rabietas para usar celulares o consumir pantallas y papás a quienes se les hace difícil sostener el “no”, por cansancio, estrés.
¿Por qué importa tanto decir “no”?
Nosotros moldeamos el cerebro de nuestros hijos con la alimentación, con el silencio, con la música, con nuestro “si”, con nuestro “no”; todo eso ayuda a que los chicos puedan esperar.
Creo importante trabajar para que los papás tomen conciencia de que están moldeando la capacidad de espera del niño. Si los padres ceden siempre, de alguna manera van seteando ese cerebro a que se acostumbre al “like”; a que hace una rabieta y obtiene el premio, y entonces claro, cuando la vida no le miente y el premio no viene, los chicos se frustran. El argentino Sergio Sinay dice que se supone que la tecnología venía a darnos más tiempo libre, a alivianarnos tareas para darnos tiempo para nosotros, pero no hemos logrado utilizar la tecnología a favor, seguimos presos de eso.
¿Qué te gustaría que se conversara a partir de tu libro?
Me gustaría que conversaran sobre lo que es la perseverancia, la disciplina, los esfuerzos, lo que implica sostener los esfuerzos para después lograr los objetivos. La idea de este libro junto con el de Natalia Trenchi y Yohana Sampietro que conforman una trilogía, es trabajar las emociones y los valores. A veces me dicen que tienen Educar sin culpa y no saben cómo aplicarlo con los niños y esto ayuda a eso.
Por C. Anastasiadis